>De vuelta en casa:
Gafitas retro ahumadas, cinturita melosa y regordeta, el cálido sabor de la brisa que se va.
Esto es Madrid: esta jodida ciudad, sus prisas y sus ascos. Ya no me acordaba, pero tengo envidia hasta de mi vecino. Su coche corre más y el muy cabrón es (encima) funcionario.
Y aquí me tenéis, encerrado en la urna de cristal de la oficina. Mascullando mi nausea.
Mirando por la ventana del ordenador. Solo, muy solo, cochinamente solo.
Quisiera volar como la lechuza y como ella misma, hacerme de noche y otear el horizonte.
Un año más, la mochila a cuestas, soy colegial del nuevo curso, 2005-2006,
ayer me compré los libros y la columna me llega al techo.
Tan solo un detalle. Mi blog. Amado compañero. Bebida infanticida. Polvo perverso.
Estimado canalla.
Saludos a todos,
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Pequeña noticia: me han publicado un microrelato “Corazón de encina”. Leedlo y me decís.
>Se nota que mirar por la ventana del despacho no tranquiliza el alma de vuelta al trabajo. Cruel, para los creadores, o mejor así metido en la harina de la vida mundana y el sudor de la frente.
>Me alegra, egoistamente, que estes de vuelta. Eso quiere decir que seguiremos leyendote. A tí y a todos tus sosias.Bienvenido.El relato, muy interesante.
>¿Traes algo nuevo en tu mochilita?
>Que el otoño nos sea leve y productivo, camarada.