No, que no es el tiempo lo que infringe la madrugada
no, que no la pesadilla esa, la-que-te-perdura
a veces lo siento entre naufragios
y tiemblo de miedo
yo me borro perseguido
por mi laberinto que pena.
Era la rasta de Bob Marley
o las tetas de Marilin
o la tablet, o el móvil avisándome:
¡me desgasto…!
y soy yo un androide que sufre,
pero será peor si sabes que el puto dinero
no llegará a casa
y la magia se fue
y la muerte -perra tesorera de la esperanza-
barrunta el desafío,
cuando la poesía se vierte
porque no hay otros lugares aledaños al sueño:
son un cadáver exquisito
tu libros ocultos,
sus letras de menoscabo.