Por mi desdicha no sé asomar mi corazón a la boca. (Cordelia en “el Rey Lear” de William Shakespeare)
¡Oh! corazón, corazón,
arrancado, ungido, trasteado, zaherido
vomitado, remendado por los tiempos;
Dijiste que estarías pero te fuiste
y me dejaste hueco
la sal que mantiene a raya a los zombis;
¡Oh! corazón, corazón
en el frío de mi niñez te hice espacio
corazón de corteza, de huracán domesticado
de león enfermo
a veces te dibujo con el dedo índice
ese mismo dedo que señala al firmamento
esa misma runa indescifrable que solemos olvidar por las aceras;
¡Oh! corazón, corazón,
abstruso, hosco, rancio, torvo
yérguete de tu inanición
o revienta
yérguete
porque reclamo un tiempo urgente,
reclamo tu llegada
no me importa que seas una puta Blitzkrieg
esa misma que se conoce por la venganza de la corneja;
revienta
porque no me importa
ni tan si quiera que seas
otro perro ardid
pero que seas,
corazón
uno que redima al turgente, confuso
miserable, enloquecido-torpe
viejo corazón
del rey Lear.