«Siempre tengo dos libros en mi bolsillo: uno para leer, otro para escribir» (Robert Louis Stevenson)
Qué somos más que lo que leemos. Qué somos más que las vidas que vivimos con nuestros libros. Qué somos… más que el esperanzado reflejo de nuestros héroes escritos.
Los libros son paraíso, son puerta de asombro, son cañaveral para refugiarnos cuando nos sentimos vulnerables.
Creamos lo que creemos, lo que leemos. Y pensamos gracias a lo sembrado con este mar de ideas, con los libros deslomados, enseñando su panza de conocimiento. Sus barrigas preñadas de futuro.
Todos los mundos del mundo se me aparecen en los libros que he leído y cuando viajo, ellos me señalan el camino a explorar.
Sería nada sin sus palabras como el hijo que perdió a la madre. Sin sus besos ni sus abrazos, quedaremos huérfanos de libertad interior, del mar infinito de las palabras encadenadas, de sus historias, de sus risas y de su sabiduría.
Infinita gratitud al libro, al idioma escrito, el que me permite seguir cuerdo un día más. El caballo que trota con rabia y me libera.
¡Gracias!