Los tiempos de #Humboldt (VI). El dragón devorará a la bestia.

En su despacho, Humboldt había colgado la representación de un monstruo que, salido del averno, daba caza al gran felino.

Y siempre descansaba su mirada sobre él. El felino había sido sorprendido mientras rasgaba la barriga de una inocente cría de venado. Aunque el depredador era finalmente presa del dragón: El dragón devorando a la bestia.

Humboldt se solazaba con aquella crueldad pausada. Porque quizás del espectador dependiera la postrera clemencia, aunque siempre podría ser que aquel dragón fuese la contraparte asignada, es decir, la próxima víctima propiciada por el observador. Y esa, justamente esa, era la mejor parte. La que provocaba a Humboldt.

Ser la justicia que finalice.

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