FHR #noviolencia

Imagino que sus iniciales no les sonarán y son para el público referentes de un completo desconocido. Pero a mí sí, ya que coinciden accidentalmente con las de mi nombre: FHR. Pero se quedará tan solo en eso, pocas similitudes más existen con las coordenadas de mi vida y no las busquen ni las pretendan, aunque gracias a esta feliz coincidencia tuve el primer conocimiento de su existencia. Me he resistido a hablar de él hasta este momento, y bien que me ha pesado en mi ánimo y espíritu. He vivido obsesionado estos últimos años con sus andanzas, sus devaneos y aventuras. Cabe la sorpresa de ver como alguien como FHR haya permanecido ajeno al runrún de la opinión pública. Pero ahora tengo la explicación: es un líder hecho de otra pasta.
Sus andanzas han llenado plazas, han llenado polideportivos, han convocados marchas en las geografías del país, aunque nada, absolutamente nada de ello ha permeado en los medios de comunicación, sea cual fuere su cobertura o formato, lo mismo da. Resulta incomprensible, y seguramente frustrante, y sin embargo, nadie sabe por qué, FHR insiste una y otra vez en su voz. Gurú, Mesías o seguramente, loco, sus palabras viajan por el aire y si todos hablan de ellas, lo hacen siempre en cenáculos o contubernios privados. Están ahí sin figurar, sin resplandecer.
Son como el viento, y tal vez, como la nieve que si bien cubre y pinta las cumbres de resplandor blanco, llegado el deshielo desaparece, pero se infiltran entre las rocas y rellenan los acuíferos o resbalan por los arroyos hasta las grandes cuencas.
Quiero hablar ahora de las grandes palabras de FHR, y estas palabras nos hablan de la no violencia que transformará nuestras vidas.

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