Tomado de un texto largo, novela publicada hace varios años, titulada Héroe Local. Sobre viajes, encuentros y desencuentros.
De Valladolid a Zaragoza por Tarazona o Soria qué más da. Atardecer inmenso, rojo, abismal. Veo picachos nevados de Febrero, es el Moncayo. Giro la cabeza. Peñas afiladas ( adiós Castilla ). Cinco horas de viaje, sueño por momentos a corazones de diamantes, canciones atrasadas de los Beatles, lluvia de acero en el horizonte abierto, deslumbrante. Pienso cómo vivir más despacio, a modo de grabadora que reproduzca el viaje: pensamiento iterativo.
Quejigos, robles, encinas o pinos, silencio y oscuridad, carreteras secundarias, parada de hostales y rostros anónimos, desconocidos uno a otro, yo solo contigo en la distancia, es la espera, backcount; seis menos diez de la tarde, café con tostadas leyendo periódicos atrasados, megafonía inservible, voces de urgencia.
Duermo: Vacío lustroso. Lamento no llevar encima algún otro pedazo de papel, dentro de mi cabeza el insomnio es patente, me fuerzo a memorizar ciertas expresiones asombrosas. – Sueño su boca, adoro su boca, su boca negra, anoto su boca. –
Despierto: Aún queda una hora. Cae la noche. Faros en la distancia. Murmullos apagados. Abstraído miro la columna de estrellas, ( en número impar o par ) quién sabe los pensamientos se disparan, luna ingente, satelizada, respiro hondo. Cosmos. Principio. Único. Inmóvil y perpetuo a mí en ti, qué te parece. Es mágica la noche como ves, ocho en punto, abandonamos la autopista de Zaragoza, doblamos una, dos, tres esquinas. Por fin la estación. Portón de equipajes o salutaciones. No veo tu rostro, ( ah sí ) e inmediatamente nacida del encanto, has materializado mis deseos. Abrazo tu cuerpo, la bolsa de viaje me impide rodearte por entero, la dichosa bolsa, me sonríes embobada y no sé que decirte, no importa ahora, parece mentira sentirnos juntos, boca y boca, nos perdemos. ( Zoom continuo de cámara en mi relato ).
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Héroe Local. Sabes. Soy héroe local. H.L.
Compruebo tu desnudez desnuda, me arrojo de tus brazos al cemento, pasearnos, las manos entrelazadas. Tomando chocolate suizo, sentados a la mesa de un garito, un camarero con sonrisa. Tus ojos brillantes, inmóviles. Sueño que me miras indefinidamente, nada más que algunas pocas palabras de misterio indescriptible. Romántico, romántico. No puedo rescatar las conversaciones de mi memoria, estás allí cerca, ahora que te describo no sabría localizarte, eres imprecisa.
Zaragoza de noche a solas que más da si tú o yo … Paseo de la Independencia, llamas por teléfono a tus padres en casa. Guiños. Luces de neón. Puerta del Carmen, bamboleada por los franceses, memorizando el camino de vuelta.
Si puedes leer esto, comprenderás cómo pasaron aquellos días casi a ciegas, visitar el Pilar apestando a besos y silencios.
Cuando nos dormimos soñé que te marchabas. Lo soñé miles de veces. Te levantabas y no te despedías. O te despertaba para no llegar tarde a. O no te despertabas. O no sonaba el despertador. La misma hora. Me impedías acompañarme. Círculos de piedra. Irremediable amanecer, arrojar cubos al sol, velar con escopeta de caza. Horas de cronómetro. Inútil retenerte.
Pero en eso yo ya sabía que debías marchar. Fue divertido imagínate como. Te despediste con un beso ( en realidad eso pude haberlo soñado ) y quedé absurdamente solo y desnudo en la cama amaneciendo. Literariamente hablando estamos ante la escena-matter del serial, el héroe local aparentemente abandonado o embebido en cábalas, Homero travestido o un sucio relato sin epígrafes. La realidad es más simple : una putada. O sea que fui a Zaragoza y tuviste que marcharte, pero aunque el destino pudo o no resultó, que decir que si te acuerdas de todo aquello, pasó lo que fue, juntos y felizmente enamorados por la noche entera y suficiente, amén.
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Imagino: Me sonríes y veo tus ojos marrones, chiquitos, volviste de Barcelona.
– Día y medio con su noche paseando los escaparates, asistiendo a congresos inútiles, voces contra el asfalto, qué harías mientras yo fumaba o tomaba el décimo café del día esperándote con voz de fondo. Pausa y media. Copas y camaraderías. Circulación, y autobuses urbanos. Ebro. Comedores universitarios y conversaciones sobre comunicaciones avanzadas, simposiums y profesores reunidos. Héroe Local abandonado o volcán silencioso, veo y piso las calles que tu pisas habitualmente, me figuro en tu casa, ahora la mía, la ropa que cuelga de tu armario, los zapatos que usas, prendas vacías sin ti. Abro algún libro tuyo y tu letra con anotaciones y palabras muertas. Sabes lo extraño que resulta todo esto. En el ambiente hay un insoportable silencio y no sé hasta que punto asociarlo a tu ausencia.
Me sonríes volviendo tus ojos marrones: qué tal por Barcelona este par de días, soñaste conmigo, brazos torcidos, me arrastras a ti, de vuelta en casa te desnudas y tu boca tiembla a saludos de almohada. Cuéntame un cuento, anda, donde has escondido la memoria, cuerpo de alabastro, arráncame del vertedero de los desaparecidos: te quiero decir esto cuando vengas. Hasta ese momento, duermo la noche en tu cama, no sé exactamente qué haces, si vas o vienes de alguna empresa, hasta si piensas por momentos con intriga. Hay voces a través de la pared, algún borracho escupe canciones de Aute, enciendo la radio y lleno tu no-presencia, el locutor alimenta la noche y recibe llamadas telefónicas, imagino oír tu voz pasmosamente cerca en la emisora, imagino si me hablas, ruidosamente tu boca atravesó el micrófono del hotel, pareces cansada, y me dedicas al oído alguna frase directa al laberinto mortecino del héroe local.