Peregrino

Por fin en Santiago. Y sin aliento, frío y helado como solo lo saben estar los muertos, los muertos tras ser abandonados en el campo santo. Como lo son todas las noches de noviembre que se esconden por la niebla. Como lo es la luna agitada apagándose. Eran las piedras tronchadas por la lluvia, por la cornucopia de recuerdos que se hacinan: era yo de niño, admirando, y mi padre y mi madre con mis hermanos y la cámara de fotos que nunca pudo recuadrar la fachada de la catedral. Esa fue la primera vez. También era yo-peregrino, mareado por un viaje sin fin, arramblado, ungido por una cruz y protegido en los soportales del Obradoiro. Fue la tuna con la que cantamos allí mismo, borrachos, quizás cualquier otra tarde de otro verano. Fue el abrazar a quien amo en aquel lugar. Fue el enseñar a nuestro hijo que los penachos eran tan altos que llegarían al cielo sin tocarlo.

Dentro de aquellas piedras dicen que duermen los huesos del apóstol. Tengo dos compostelanas. Tengo bendición del caminante. Pero no son suficientes: por eso regreso.

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Cuarenta (/10) corazones con freno y marcha atrás #cuandosecumplenlos40

Era Alibabá y sus 40 ladrones a los que todos embaucamos de pequeños, eran los 40 principales que escuchaba en la radio del coche de mi padre, los 40x10 golpes de Truffaut que desgarraron mi corazón adolescente, los 100(/2,5) montaditos que tanto me ha gustado compartir con mi gente, la línea 4(x10 ) del metro de París, camino de Cité y Notre Dame, estas pasadas navidades…

El planeta Venus dibuja su pentagrama en el cielo cada 8 años y retorna a su punto de partida cada 40. Hoy casi veré este mismo cielo y quizás retorne al paraíso tras penar por la tierra o reciba la precisa revelación junto a las 10 tablas, otrora redentoras del monte Sinai. No soy Moíses, ni tampoco Mahoma,  a veces ni me reconozco al espejo por las mañanas pero pienso que la vida debiera tener su pequeño freno de emergencia…

Lo veo, lo presiono y salto a la fuga del vagón.

Ahí vamos.

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Sobre todas las cosas que imagino… #cuandosecumplenlos40

Tengo suerte si me levanto e imagino en vos un tafetán bruñido de luces,

con su hilera apretada de dientes que descansan en la sonrisa

Y vuestra cadencia en la respiración

Quizás hasta un resbalón sutil que borbotea y pugna por ser dicha.

 

Tal vez sea éste un artilugio a la memoria

Llamémoslo así, o quizás de vos sea un lacerado presentimiento.

 

Sobre las cosas que imagino

Apalabro vuestro cuerpo y lo abrazo, como cuando eras chica

Y jugamos en aquella playa entre Cascais y Guincho.

 

Ahora que tenemos de frente nuestra historia

y sabemos que su camino da frutos

y que nos brinca y nos parlotea por las mañanas en su cama,

 

de él serán nuestros abrazos y nuestras frentes despejadas,

Y serán en 40 años que nos restan,

La pequeña sonrisa hecha grande

Y la voz crecida que ahora es niño

(pero mañana hombre),

Palmeral de fuerza

Robledal de sabiduría.

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There is no rest for the wicked #Cuandosecumplenlos40

There is no rest for the wicked,

Mostly when it’s close to your 40’s

Mostly if you have lost nearly all you hair from your body

Maybe’cause you felt many times as a fallen blossom.

 

Ain’t no rest for the wicked,

The soul said to me, it was hanging around and yelling

Moving Far West

As a mate attached to destiny.

 

There won’t be a rest for the wicked,

The old lady cramped

But it remains loose

Don’t bother you look for

The sidewalk still will be clear.

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El lobo feroz que soñaba #cuandosecumplenlos40

Vale, el lobo era feroz… aunque realmente lo fuese un poquito, y en suma fundamentalmente en horas de trabajo. No era para nada personal su cacería, decía a la cabrita al devorarla,  aunque no significaba por esto que fuera engullida accidentalmente. Era sobretodo pose. Porque era de profesión lobo, un verdadero profesional del sector, como otros lo serán de mulas apaleadas o haya hasta algún pirata que se dedique a robar tesoros para esconderlos por islas paradisiacas.

Vale, era lobo, en la oficina se cepillaba a las ovejas, y luego a las 19:00 apagaba su móvil.

Vale, era lobo… pero lobo de salón, apelmazado al teclado, con una argolla que ataba su corazón a la nada.

Vale, era lobo de corral, de oficio asustar a las gallinas encontradizas.

Vale, era lobo y macho beta, los testículos entre los dientes, arrendada la brutalidad por jornadas.

Vale, era lobo y aparcaba los sueños junto al despeñadero del sureste.

Vale, era lobo y bebía tisana y plisaba manuales para ser lobo grande.

Vale, era lobo de pelo gris y luna decoraba.

Vale, era lobo con el aullido haciendo juego al viento.

Vale, era lobo y  muchos dirían que pudiera ser hasta lobo feroz, sino fuera porque todavía soñaba. Porque era salvaje como lo es la lluvia de abril, como lo son las noches ardientes de Julio, como lo son las mesetas que se dibujan detrás del sotobosque y que nunca nos imaginamos.

Vale, el lobo feroz que soñaba…

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“Sir” Lancelot armado

Luego que se hizo mayor creyó que había dejado de soñar.

Amanecía. El AVE iba tan rápido, y el horizonte era tan rojo, rasgado, como si la madrugada se hubiera devorado a sí misma y la sangre se desgranara en jirones. Era la luna que se descolgaba tan asesina, pensaba al verla a través del vidrio de la ventana,  eran la ristra interminable de “blocachos” de ladrillo que yacían plantados y lanzaban sus puñales al abismo. Era la tierra que olía a tierra. Era Madrid. Era un rugido sin voz.

Las cosas pasan porque tienen que ser así. Este es un proceso indomable. Pero J. era un adulto que seguía siendo niño y justamente era esto lo que le haría invencible. Su cabeza era un cuento de hadas. La imaginación y la sonrisa por espada. Pensó que tenía mellada su vida, casi a punto de abandonar. Estuvo a punto de dejarlo todo, perderse, arruinarse, desvencijarse. Pero no fue así, porque en el sin-vivir fue que llegó la luz y la espada y con ella un calor tan fuerte pero tan intenso, un ardor que le sobrevino de su interior, y fue que su corazón se subdividió en dos: La aurícula señaló al norte y el ventrículo al sur. Unos tienen infartos y otros retornan de la muerte y tienen historias que contar.

“Sir” Lancelot armado, caballero de la triste figura. Niño por dentro, adulto por fuera y el mundo por montera y todo lo que haga falta.  

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De revolutionibus #Copernicoylasestrellas #PORSIACASOTEATRO

Del movimiento o de la revolución,del cambio y de lo que se transforma,  de lo que se mueve: así son las ideas. Es Copérnico. Es la ciencia, el río y sus aguas que agitan las aspas del molino, que muelen el cereal y el trigo y nos dan así el pan que alimentan. Y también son las estrellas, y es donde todos miraban y creían a pies juntillas las teorías de Tolomeo, que Copérnico cambió el sentido y el movimiento de los astros. El sol quedó en el centro. La puerta abierta del humanismo y del hombre moderno.

Gracias a Giorgio Celli y gracias a su obra teatral “Copérnico y las Estrellas”. Pero sobre todo gracias a PORSIACASOTEATRO, gracias a sus actores Juanjo y gracias a Esperanza de la Encarnación.Un teatro de estudio, íntimo, audaz, que te asombra, que te construye puentes. El gran teatro que casi puedes tocar las manos.

Este próximo viernes, 28, a las 21 horas en la sede del GRUPO ZASCANDIL, calle Discóbolo 33, Madrid (Metro Torre Arias). La última oportunidad (por el momento)… un ocio de calidad, teatro, tertulia y cervezas de verano.

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El preso número 9 #sobrelaeternidad #JoanBaez

Si recordará que fue lo primero que escuché siendo niño ahora lo tengo bien claro: fue esto. Es como un puñal en mi cerebro, machihembrado en el alma de un pequeño de menos de tres años en un reproductor de bobina donde mi padre grabó la canción. Es mi recuerdo la voz de Joan Baez, que aún me conmueve. Pero no entendí hasta bien pasado los años el horror del destino que encierra su letra y su historia, como si del nacimiento (el mío) a la muerte (la del preso), y la posterior eternidad (la de todos), mi recuerdo de Joan fuese guía y camino necesario.

 

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Si llueve te espero #Otoño

 

Te espero si llueve,

los dos colgados de las alturas

como las cigüeñas

que sueñan ser nubes

y tan siquiera aletean.

 

Te espero bajo la nieve

y del horizonte

un bruñir desnudo que es muerte y asfalto.

 

Te espero con la cabeza de los dinosaurios

que besan, y el frío azul

de tus ojos-bombillas apagadas.

 

Te espero y me duele saber que no hay sino soledad

en las gotas que se interrumpen en la cabeza.

Que hay escaleras mecánicas que suben pero otras bajan.

 

Si llueve te espero.

Te espero si llueve.

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Nunca jamás fui tan feliz #microcuento

Recuerdo que de pequeñajo no entendía que existiese la vejez. No entendía la muerte. No suponía que las cosas tuvieran un fin o un deterioro. Y no era que no supiese que la muerte no existiera. Era mucho más profundo que eso: Era el nido en el que vivía. Ahora que lo pienso, era un polluelo en brazos de su mamá. No obstante y durante mi vida siempre me he sentido un poco como en un barco a la deriva. Las cosas suceden alrededor mío, y las percibo con cierto desapego. Pero miraba a mi padre y lo veía tan fuerte como un tizón. Era como aquel brazo fuerte e inquebrantable. Así pues, los juguetes de mi niñez no fueron muchos más aunque también fueron los suficientes, y residían por completo en mi cabeza. Mi poder. Éste sería yo.

Un niño lleno de preguntas. Un niño que no paraba de construir y que temblaba al entrar en las bibliotecas. De hecho no he vuelto a encontrarme jamás tan feliz yo solo.

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