>Mi tierra.

>Recomendación cultural; en el Retiro pueden contemplar estos días una exposición de Sorolla sobre Castilla (os recomiendo visitarla siempre con luz de día, ya que la iluminación artificial de los cuadros desmerece los colores del pintor)

Esta Castilla que Antonio Machado glosara en sus versos. Que Azorín perfilara con su prosa. Que Unamuno abrasara en su pensamiento. Esta Castilla que va derramándose, desangrándose en hermosura, que triguea eterna, y que con los años, se nos envejece sin poder hacer nada. Mis pueblos se mueren. Ya lo sabéis.

Castilla es mi tierra. Yo me crié por aquellas lugares; no me preguntéis porqué, el otro día confesaba a mi amigo Santi que necesito ver siempre horizonte enfrente de mis ojos. Una línea sobre la cual reposar mis pensamientos. Él es un formidable leonés del norte, hombre de estructuras verticales, acostumbrado a las crestas, a los picachos, a la verdura. Yo, sin embargo, quisiera arrancar un trocito del páramo yermo para acercarlo a la ciudad.

León y Castilla, ambas tierras (y sin olvidar al Bierzo, otro día contaré cosas de él), salvando las fronteras políticas (que poco me importan), tienen en común un severo languidecimiento. Una penuria que dura ya varios siglos.

Soy emigrante. Marché de mi tierra. Por cobardía, tal vez. Por necesidad, seguro. Ahora me acoge una urbe, calzada de asfalto, de contaminación: es Madrid. Y los viejecitos, en aquellos pueblos permanentemente olvidados de la meseta y las montañas que rodean a Castilla, se nos mueren. Las casitas de adobe. Los palomares de Valladolid. Los trigales. Los visitamos de vacaciones, y nos sonríen, son gente honesta, sencilla, que no esperan más de la vida cuando ésta les ha pegado tantos revolcones. Llegamos ruidosos, con nuestros vehículos diesel ultramodernos y cuando nos queremos dar cuenta, marchamos en caravana. Y haya se quedan otra vez solos.

Para finalizar, otra recomendación: si tienen algún tiempo, tomen el camino de Támara de Campos, en la provincia de Palencia, muy cerca de Fromista. En 1039, tuvo lugar allí una singular batalla, que produjo la primera unión de castellanos y leoneses. La villa, ensartada en la historia, conserva tesoros singulares como el órgano de San Hipólito. Por cierto, está iglesia estuvo a punto de desaparecer hace una década.

Retratos de lo que fue una tierra de héroes. A caballo por la meseta. Una tierra, ahora frágil. No lo olviden.

Título del cuadro de Sorolla: “Tormenta en Peñalara. Segovia.”

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>Las tetas.

>Lectores todos. ¿Recuerdan aquel encuentro (http://eloterodelalechuza.blogspot.com/2005/04/un-reencuentro.html) con un compañero de infancia? Me prometió enviarme textos para que los colgará en mi blog. Y ni corto ni perezoso. El otro día recibí esto: a juzgar por el contenido, comienza con buen pie… juzguen Vds.

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– Follar bien, tío, moral de caballero. A todos nos hace falta. Un buen culo donde menearse. Nada de pajas, ¿entiendes?, quiero decir que están muy bien cuando tienes quince años o no te jalas un roscón, pero nosotros debemos reivindicar las buenas costumbres: follar y follar.

Ya desde pequeños hubimos de demostrar unas dotes especiales al ojeo. Madroño y yo de pura risa nos mirábamos, abrumados de nuestro afán clasificatorio. Era un amante rápido, veloz, precavido a zancadillas, ajeno a imprudentes romanticismos. Su sexo era próximo a un proceso digestivo. Dotado, vidente orgiástico, entusiasta de lo retorcido.

Algo desentrenado, eso sí, últimamente. Tomando café, muy chistoso, recordaba las veces que juntos salimos de safaris. Los meses de verano ofrecían espectáculos poco habituales. Mangas amplias, escotes y vuelos, ceñidos, labios y pezones pronunciados. Entusiasta nato.
Claro que había cientos de leyendas, hermosos desvirgadores de hembras, orgías y todo lo demás. Me lo explicaba muy lentamente, repitiéndolo mil veces. Cada gesto, una palmada, la ceja que contraía, el botellín de Mahou en la mano.
– Hay que vivir.

Apoyado en la pared frente a mí, fumaba. Oteaba con sus ojillos verdes, acechaba. Era todo un deporte.
– Ellas sólo esperan para que tú las entres. Eres demasiado buenazo. Quieren hombres, no tímidos… mira esa, a que te gusta, debes pensar que te la vas a comer. Hay que hacerlas daño, de otra forma …

Hablaba así. Medio en broma o en serio, quién sabe.
– Claro que tiene razón. La tiene porque somos un par de mocosos con apenas veinte años, sin dinero, pero sobre todo con muchas ganas. Tiene la razón en que nuestras aspiraciones se reducen a bien poco: follar.
– Pero hay otras cosas.
– Costumbres burguesas.
– ¿ Cómo ?

– Tú y yo no tenemos coche. No hay pelas. No hay papi adinerado. No hay drogas. No hay emoción. A qué coño vamos a llegar. No quiero crecer, me jode verme trabajando y explotado, manteniendo a una esposa gorda, tres hijos, la hipoteca. No hay trabajo. no hay expectativas. Qué nos queda a nuestros veinte años. Lo sabes, justamente eso, los veinte.

Hay un ridículo juego consistente en creerse alguien importante, salir al centro, mirar los culos-culos, hablar con menosprecio. Pasear y creerse a sí mismo dueño. Pasear por la tiendas. Entrar y preguntar por un traje demasiado caro. Es nuestra estúpida destrucción, la de los llamados mediocres. Las tetas. Cientos de sujetadores transparentes, divertidos, ramificados.

– Leí que los pezones tienen conexiones nerviosas directas al clítoris de la mujer. Pueden sufrir espantosos orgasmos sencillamente si manoseas sus pezones.

No deseábamos crecer. Era fácil vivir sin más respondabilidades.
– Eres la hostia Madroño.
– Y tú un parao.
– Lo sé.

A los trece años perdió la inocencia ( así lo explica ) y nada pudo remediarse.
– Al principio yo también era como tú, dulce, amable … pero mira, que me las dieron, y me los pusieron. Tú no sabes lo que jode cuando te engañan, como cambias. Imagínate en un baile, y ves como alguien le soba las tetas, y ella dejándose como una puta. Te vuelves malo. Pero tú eres aún así.
Menudos consejos.
– Lo peor llega cuando imitas esta maldad. Te gusta hacer daño, el dolor físico nunca es comparable a nuestro propio e interno orgullo dañado.
– Pero todo puede pensarse de otra manera. Imagínate. Ella se deja. Bien, puede que no sepas como manejarla. Ellas son más inteligentes que nosotros, nos seleccionan, en realidad nos dominan, son casi monstruos …
– … con tetas.

Cuando se nos había subido lo suficiente el alcohol, discrepábamos sobre como debíamos actuar con ellas, y casi nunca llegamos a conclusiones definitivas. Ellas adornaban terriblemente sus deformes permanentes. Existían sonrisas cómplices entre nosotros. Cinemascope a nuestros ojos, hablando de cine o de cultura, se resbalaban nuestras miradas en su escote, y aunque ellas parecían no darse cuenta ( en verdad toda ), continuábamos jugando a mostrarnos dignos en apariencia, y por dentro, un fiero instinto se cegaba. Al final, como buenos chicos, siempre invitábamos, deseando escaparse algún beso furtivo.

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Propuesta de lectura para la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión

>Es temporada de Feria del libro Antiguo y de Ocasión, en concreto, siempre visito las de Valladolid (en el Campo Grande) o Madrid (en Recoletos).

Qué bien, ¿verdad?

Recuerdo que en una de estas compré, hace años, “Diario de una resurección”, que fue la última obra de Luis Rosales.

Cuando leí este libro, os prometo, que descubrí en su madurez literata y serenidad, un camino emocionante para recorrer, de creador, y de poeta total.

Para animaros a leer el libro os añado este poema.

He caído tantas veces que el aire es mi maestro;
sólo puede acabarse lo que al vivir se olvida,
si nuestro amor fue siempre como una despedida,
cuando todo termine quedará lo más nuestro.

Ya he empezado a morir paara aprender a verte
con los ojos cerrados y pienso que es mejor,
para toda la vida no basta un solo amor,
tal vez el nuestro sea para toda la muerte.

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>Sin dirección aparente treparon entre los riscos hasta alcanzar el extremo del acantilado. Un suave remolino dirigía sus miradas hacia el firmamento, una sucesión azarosa de estrellas fugaces, la luna cuarteada contra el horizonte.

Cuando el primero terminó su ascensión, rebuscó dentro de la mochila algún pitillo. Sí bien lo encontró – esforzado superviviente – no pudo encenderlo; había perdido su mechero en la travesía. La espuma de las olas se divisaba chiquita. Diminuta. Una estrecha hilera de sombras se retorcía, casi detenida como los planos paisajísticos de un film americano.

Poco tiempo después llegó el segundo viajero: un fuerte negro de tierras adentro, prácticamente desnudo y que parecía hablar quién sabe qué lengua. Le hizo una torpe seña para compartir la roca donde descansaba. Sin embargo, con la respiración agitada se hundió entre la oscuridad de las matas y desapareció. La alborada despuntaba cuando elevó su mirada bien alto, empezaba a sentir el frío denso, agarrotando su musculatura. Escudriñó la subida para, mentalmente, iniciar un furtivo recuento. Vio los bultos brincando sobre la rocas, algunos brazos y cabezas sobresaliendo. Le saludaban o se despedían, lo mismo daba.

Después descubrió, por fin, iluminada por la primeras luces, la chalupa, galopando contra la marejada y con todas sus tablillas estremecidas. Había recorrido sus postreras millas y avejentada en extremo, exhalaba, el agua tomando sus rincones. Nadie bogaba y la deriva podría estrellarla contra la costa en cualquier momento. Sin embargo, todavía quedaban dos navegantes. Una mujer era llamada a gritos desde los riscos para que saltara. Entre sus brazos, arropado en un improvisado arrullo, su bebe. Casi volcando la barcaza lo aproximó para intentar hacerlo llegar al cantil de la despeñada. Un golpe canalla de mar arremetió y los alejó definitivamente del grupo de supervivientes.

En la desesperación, gritaron, al menos para que ella se salvase. Las olas arreciaron y la chalupa se perdió de vista…

Plantado al borde del acantilado estuvo oteando el horizonte, hasta que bien entrada la mañana la mar había devuelto algunos tablones y no hubo razón de permanecer más tiempo allí. Los todoterreno de la costera llegarían en breve.

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Un (re)encuentro.

>Parece mentira, pero ahora sí me consta que hay desgraciados (disculpen, hermosos lectores) que quieran visitar esto. Y fíjense.

Sin otro motivo especial, paseaba por Madrid. Madrid es una ciudad huérfana de cariño, la llaman así muchos; otros como yo, prefieren llamarla “ciudad privada”. Puedes pasarte años sin ver a nadie conocido, y tu intimidad se guarda celosa, como si fuese una cápsula a compresión.

Pues eso. Yo paseaba, la primavera rebotaba en los automóviles, su ronroneo acogotado, los pajarillos tímidos, reflejando sus primeros vuelos en las cúpulas doradas de los edificios del centro; hacía un fin de semana radiante y bien hermosote.

No sé porqué entré en el Retiro. Y me dirigí a la Feria del Libro. Imagínense, el griterío, la fiesta. Menudo agobio. Así que me senté en una terracita recoleta a vaciarme una jarilla de cerveza, mientras leía “Tres Tristes Tigres”. Evocador, ¿verdad? Así de tontorrones somos los poetastros.

Y créanme, pero a mi lado se sentó un antiguo compañero de Instituto de Valladolid. Al principio no me reconoció. Podríamos no habernos hablado de no haber sido por una ampulosa rubia que llegó y se sentó junto a él. El destino quiso que ella y yo nos conociéramos de algún curso intrascendente (Eva se llama, Díos mío, me contó que seguía buscando su Adán, hija mía, en la treintena) y por eso, educadamente me saludó. Alzó la mano desvaídamente y como mi soledad pareciera un poco fingida y ridícula, se acercó para ver que leía. Francamente, mi memoria, selectiva y frágil como la del resto de los humanos sí recordaba perfectamente a Eva, es especial sus pechos, sus caderas y su culito, en fin, su culito mucho más. Cosas de la vida. No crean que los poetas vivimos únicamente de pajarillos y cosas así.

Pues hablamos de alguna banalidad entrañable y cuando la conversación se agotó y nos despedíamos, mi antiguo compañero se aproximó para acompañar a la rubia, a Eva. Entonces fue cuando nos reconocimos. Fue una conversación breve, seguida de un intercambio de correos, una futil actualización de nuestro devenir, en fin, sin mucha trascendencia. Lo prometo, apenas me fije en él. La rubia llevaba las de ganar.

Pero he aquí mi sorpresa, que hoy he recibido un mensaje suyo. Y resulta que es lector de esta página. ¡ Saludos a mi compañero de Instituto !

Y os inserto parte de su comentario.

“… He leído tu blog. Me siento indignado de tu ñoñería. Pareces una panoplia hermética de escritor (¿qué cojones será esto?). Poemita arriba, poema abajo. Sniff, sniff, aja, aja. Intelectualillo cibernético…

Te propongo un juego: carteémonos y pega nuestros textos en tu blog. Compártelo con esa panda de cursis de tu experimento literario. Para escribir hay que vivir… y déjate de estrategias y pinturillas… deja de jugar con las palabras… ”

En fin. Veremos que resulta. Hoy he intentado cambiar mi estilo, en honor a él. A medida que me envíe sus textos los iré pegando por aquí.

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>Relativismo, fe, camino, pecado y oración

>Ayer, inundado, casi que digo, mareado por pronunciamientos religiosos, teológicos, etc
no pude sino escarbar en mis libros algún antídonto o viento fresco.

Son otras voces, no las más certeras, ni las mejores. No son conservadoras ni revolucionarias. No son evangelizadoras. Son tan sólo voces. Y cruces de caminos donde el relativismo, la fe y el pecado tienen sus encuentros. Oigámoslas.

“¿Tu verdad? No, la Verdad
y ven conmigo a buscarla.
La tuya, guárdatela” (Antonio Machado)

“Fe que no duda es fe muerta.” (Unamuno)

“Los verdaderos ateos están locamente enamorados de Dios.” (Unamuno)

“Una fe como una guillotina, tan pesada, tan ligera.” (Kafka)

“El camino verdadero va sobre una cuerda que no está tensada en la altura, sino muy cerca del suelo. Seguro que parece hacer tropezar más que ser andada.” (Kafka)

“Sólo es pecado lo que se hace como pecado.” (Torrente Ballester)

“Comer del arbol del bien y del mal nunca quiso decir fornicar. Eso, seguramente, lo venían haciendo con toda seguridad Adán y Eva desde que se encontraron juntos la primera vez. Estoy seguro de que fue lo primero que hicieron.” (Torrente Ballester)

“El Señor sólo escucha las oraciones que imploran la piedad y la justicia;y vosotros no sois justos ni piadosos. No sois más que católicos” (Torrente Ballester)

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>Diario desnudo

>I. Diario desnudo

En dique seco, volvió su rostro. Su cabeza vomitada, un amasijo de crisálida. Anegada su vida.

Anegada la vida…

Diario. Un golpe sobre la mar que encrespa, un firmamento con estrellas mágicas. Una Luna de muerte, amarilla, azzzzzullll de las olas.

He imaginado un rostro violento sobre mi cabeza, besándome. He imaginado una huida fácil, un llover de nieblas, un rocío, un desnudo.

Se ha despejado la noche. Pasea solo, consumiéndose. ¿Cuánto parece siempre lo mismo, sin marcha, sin puerta trasera y sin paraíso?, como luchar por ti, atarse de la manera más absurda. Atado de la forma absurda, hallado entre las olas.

Soy un hombre gris. Amarro mis decepciones a las puertas, a las cortinas, a los horribles retratos de mi corazón. Arranco mi pátina, me pierdo por tu culpa.

Soy un hombre gris. He crecido poco, tan poco que pierdo mis últimos galopes, los galopes del joven amarillo por la grisácea posibilidad.

Está la novela que contar o la serenidad de tu acento. No quedan historias, ni viejos retratos, ni lamento rosado.

Esta es la simple historia de un hombre solo. Consumido por viajes sosos, consumido por un no saber hacia donde moverse. El Sur duele. La verdad duele, duele arrojarse al vagón, la cobardía, la crueldad de la crueldad.

No existe lógica.

No hay lógica.

Sin lógica.

II. Ahora…

Ahora examina su espejo. Cerca del espejo, su mano dibuja con movimiento exótico, la palabra.

III. (dentro de mi)

La lluvia del camino.
Se parecen tu ojos…

IV. Huida (Diario2)

A diario compró la desgracia y la
seduzco por monedas.

Tengo amuletos y llaves colgando.

Hoy vuelo por la noche,
es la misma seguridad y televisor usado,

tu cabeza
tu seguridad
tu emblemático

pensamiento, por suerte

por desgracia

ya no entiendo.

V. “Soledad”

Tu palidez sobre la mano
(comías)
de mis ojos (verdes)

por arrebato por cintura
(por momentos)
al explotar tu pupila

he deseado (por momentos)
regresar tarde.

VI.

Ojos verdes. Abro la pupila
el
cielo brilla:

De noche, marchas
arrebatadas.

VII.

¿Qué hay de tu sonrisa
mágica?

VIII.

Dos veces he visto
lamer al viento;
de la pared cuelgan poeeeeemas,
(son testigos)
estilizados.

X.

La palabra posee boca
o cavernas y
sus entradas
o salidas parecen
múltiples.

X.

Beso tu pie desnudo.
La torsión del empeine con
diminutos cartílagos
eléctricos.

XI.

Digestivo.
Acuso el esfuerzo.
Mi cuerpo-hacha reflexiona con
preguntas encadenadas.

XII.

Atiéndeme
porque he visto caníbales con menos cuerpos
(o fragmentos) en los dientes.

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>El artista en Internet

>Estuve en Mundo Internet 2005. Allí asistí a un acalorado debate sobre la cadena de valor de los contenidos.

(Uh, por cierto, Google piensa ofrecer, gratis, quince millones de títulos con los derechos de autor vencidos.)

Allí se habló del mundo Internet y la creación artística. Muchas cosas ya las conocía: que el modelo industrial de la cultura del s.XIX ha entrado (por fin) en crisis. Antes teníamos unos pocos autores ofreciendo, gracias a intermediarios que cobraban su respectiva comisión, su obra al gran público. Ahora se habla de cien mil blogs en castellano. Luego la tecnología ha simplificado y abaratado los costes de difusión de la obra artística. Muchos artistas contra muchos consumidores.

Se acusó a la SGAE de no ser flexible a la hora de ofrecer sus servicios de gestión de derechos de autor (léase nuevas fórmulas como los COMMON CREATIVE). La SGAE se defendía argumentado que quién iba a dar cosas por nada, por la buena de Dios. Y también esgrimía que ningún artista ofrecerá gratuitamente su obra en Internet, y que era ilógico, de qué vivirían los artistas entonces. Ellos, afirman, ser más eficaces gestionando los derechos de forma agregada.. Yo no lo sabía, pero de ochenta mil afiliados a la SGAE, solo el 10% superan el salario mínimo interprofesional. Y los botos en la SGAE están ligados a estos ingresos.

Quizás por eso, hay un grupo de artistas que han decidido autogestionar su obra cultural de forma diferente. Interesante. Habrá que ver cuánta clientela arrastrarán a través de Internet. La SGAE hablaba de control sobre Internet para evitar estos lucros cesantes, pero estos artistas decían que existen modelos de negocio alternativos. Por ejemplo, en la música, mediante conciertos.

Claro. En realidad hablamos de poder. De pasta. También me enteré de los leoninos contratos de exclusividad de los grandes emporios de comunicación. La mejor manera de impedir que el artista se nos revele y ande por allí, coqueteando.

Los ISP intentaban pasar inadvertidos en el debate: sobre la piratería, ellos no se consideraban ya ni intermediarios, y únicamente acataban los dictámenes de los jueces ni tenían porque actuar de controladores de los contenidos que viajaban por sus redes o se almacenaban en los servidores. ¿Se imaginan? Los operadores actuando de cajeros…

De fondo: Internet como herramienta democratizadora de la cultura. Bueno, bueno. Este discurso me suena. Pero ¿Y los lectores?¿Y el público? … lamentablemente no fueron convocados a la mesa redonda. Y yo creo que gran parte del futuro se encuentra en sus manos: forzarán a evolucionar a los distribuidores (¿morirá el formato físico en la música?), y fijarán el grado de excelencia a pedir a sus medios: creo que son, en última instancia, quienes dicen qué es bueno y qué no. Y qué funciona y dónde (si nacen nuevos medios, nuevos canales, nuevas fuentes, ellos serán los responsables de visitarlos día a día).

Así de simple.

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>Un texto al azar de Héroe Local

>

Tomado de un texto largo, novela publicada hace varios años, titulada Héroe Local. Sobre viajes, encuentros y desencuentros.

“ … y hay amores que duran algo menos que un beso
y besos que han durado algo más que una vida.”
Luis Rosales
De Valladolid a Zaragoza por Tarazona o Soria qué más da. Atardecer inmenso, rojo, abismal. Veo picachos nevados de Febrero, es el Moncayo. Giro la cabeza. Peñas afiladas ( adiós Castilla ). Cinco horas de viaje, sueño por momentos a corazones de diamantes, canciones atrasadas de los Beatles, lluvia de acero en el horizonte abierto, deslumbrante. Pienso cómo vivir más despacio, a modo de grabadora que reproduzca el viaje: pensamiento iterativo.

Quejigos, robles, encinas o pinos, silencio y oscuridad, carreteras secundarias, parada de hostales y rostros anónimos, desconocidos uno a otro, yo solo contigo en la distancia, es la espera, backcount; seis menos diez de la tarde, café con tostadas leyendo periódicos atrasados, megafonía inservible, voces de urgencia.

Duermo: Vacío lustroso. Lamento no llevar encima algún otro pedazo de papel, dentro de mi cabeza el insomnio es patente, me fuerzo a memorizar ciertas expresiones asombrosas. – Sueño su boca, adoro su boca, su boca negra, anoto su boca. –

Despierto: Aún queda una hora. Cae la noche. Faros en la distancia. Murmullos apagados. Abstraído miro la columna de estrellas, ( en número impar o par ) quién sabe los pensamientos se disparan, luna ingente, satelizada, respiro hondo. Cosmos. Principio. Único. Inmóvil y perpetuo a mí en ti, qué te parece. Es mágica la noche como ves, ocho en punto, abandonamos la autopista de Zaragoza, doblamos una, dos, tres esquinas. Por fin la estación. Portón de equipajes o salutaciones. No veo tu rostro, ( ah sí ) e inmediatamente nacida del encanto, has materializado mis deseos. Abrazo tu cuerpo, la bolsa de viaje me impide rodearte por entero, la dichosa bolsa, me sonríes embobada y no sé que decirte, no importa ahora, parece mentira sentirnos juntos, boca y boca, nos perdemos. ( Zoom continuo de cámara en mi relato ).
……………………………………………………………………………………

Héroe Local. Sabes. Soy héroe local. H.L.

Compruebo tu desnudez desnuda, me arrojo de tus brazos al cemento, pasearnos, las manos entrelazadas. Tomando chocolate suizo, sentados a la mesa de un garito, un camarero con sonrisa. Tus ojos brillantes, inmóviles. Sueño que me miras indefinidamente, nada más que algunas pocas palabras de misterio indescriptible. Romántico, romántico. No puedo rescatar las conversaciones de mi memoria, estás allí cerca, ahora que te describo no sabría localizarte, eres imprecisa.
Zaragoza de noche a solas que más da si tú o yo … Paseo de la Independencia, llamas por teléfono a tus padres en casa. Guiños. Luces de neón. Puerta del Carmen, bamboleada por los franceses, memorizando el camino de vuelta.

Si puedes leer esto, comprenderás cómo pasaron aquellos días casi a ciegas, visitar el Pilar apestando a besos y silencios.

Cuando nos dormimos soñé que te marchabas. Lo soñé miles de veces. Te levantabas y no te despedías. O te despertaba para no llegar tarde a. O no te despertabas. O no sonaba el despertador. La misma hora. Me impedías acompañarme. Círculos de piedra. Irremediable amanecer, arrojar cubos al sol, velar con escopeta de caza. Horas de cronómetro. Inútil retenerte.

Pero en eso yo ya sabía que debías marchar. Fue divertido imagínate como. Te despediste con un beso ( en realidad eso pude haberlo soñado ) y quedé absurdamente solo y desnudo en la cama amaneciendo. Literariamente hablando estamos ante la escena-matter del serial, el héroe local aparentemente abandonado o embebido en cábalas, Homero travestido o un sucio relato sin epígrafes. La realidad es más simple : una putada. O sea que fui a Zaragoza y tuviste que marcharte, pero aunque el destino pudo o no resultó, que decir que si te acuerdas de todo aquello, pasó lo que fue, juntos y felizmente enamorados por la noche entera y suficiente, amén.
……………………………………………………………………………………

Imagino: Me sonríes y veo tus ojos marrones, chiquitos, volviste de Barcelona.

– Día y medio con su noche paseando los escaparates, asistiendo a congresos inútiles, voces contra el asfalto, qué harías mientras yo fumaba o tomaba el décimo café del día esperándote con voz de fondo. Pausa y media. Copas y camaraderías. Circulación, y autobuses urbanos. Ebro. Comedores universitarios y conversaciones sobre comunicaciones avanzadas, simposiums y profesores reunidos. Héroe Local abandonado o volcán silencioso, veo y piso las calles que tu pisas habitualmente, me figuro en tu casa, ahora la mía, la ropa que cuelga de tu armario, los zapatos que usas, prendas vacías sin ti. Abro algún libro tuyo y tu letra con anotaciones y palabras muertas. Sabes lo extraño que resulta todo esto. En el ambiente hay un insoportable silencio y no sé hasta que punto asociarlo a tu ausencia.

Me sonríes volviendo tus ojos marrones: qué tal por Barcelona este par de días, soñaste conmigo, brazos torcidos, me arrastras a ti, de vuelta en casa te desnudas y tu boca tiembla a saludos de almohada. Cuéntame un cuento, anda, donde has escondido la memoria, cuerpo de alabastro, arráncame del vertedero de los desaparecidos: te quiero decir esto cuando vengas. Hasta ese momento, duermo la noche en tu cama, no sé exactamente qué haces, si vas o vienes de alguna empresa, hasta si piensas por momentos con intriga. Hay voces a través de la pared, algún borracho escupe canciones de Aute, enciendo la radio y lleno tu no-presencia, el locutor alimenta la noche y recibe llamadas telefónicas, imagino oír tu voz pasmosamente cerca en la emisora, imagino si me hablas, ruidosamente tu boca atravesó el micrófono del hotel, pareces cansada, y me dedicas al oído alguna frase directa al laberinto mortecino del héroe local.

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Exit

>Rescato un poemilla, “Exit”, tomado de “Versos arrancados de ti”.

Mis compañeros lo recordarán, puesto que más de una vez lo he leído entre cañas de cervecas y cafés con leche. Es un poema de huida.

Últimamente visito poco la salida
hacia “exit ” /
vendo mi tiempo bastante con desconocidos /

que necesito trazos o gemas entre mis dedos /
ya sólo valgo dinero,

he visitado al dentista / he visto
mi caries entre sus manos /

ser de piedra casi, como
ausentarse ante las obligaciones /

adueñarse de toda la tarde /
conocer tus ojos ya tan
verdes /
ser de nuevo, no talarme la
boca /

no ventear guantazos /
viajar en sidecar al
Sahara /
morir fusilado por
amor /

avanzar desnudo en la incertidumbre /

vencerse para ser poeta
volver la mirada con tu salida /

atizar los sueños /
ser acicate / ser quemazón de los versos.

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