El lobo feroz que soñaba #cuandosecumplenlos40

Vale, el lobo era feroz… aunque realmente lo fuese un poquito, y en suma fundamentalmente en horas de trabajo. No era para nada personal su cacería, decía a la cabrita al devorarla,  aunque no significaba por esto que fuera engullida accidentalmente. Era sobretodo pose. Porque era de profesión lobo, un verdadero profesional del sector, como otros lo serán de mulas apaleadas o haya hasta algún pirata que se dedique a robar tesoros para esconderlos por islas paradisiacas.

Vale, era lobo, en la oficina se cepillaba a las ovejas, y luego a las 19:00 apagaba su móvil.

Vale, era lobo… pero lobo de salón, apelmazado al teclado, con una argolla que ataba su corazón a la nada.

Vale, era lobo de corral, de oficio asustar a las gallinas encontradizas.

Vale, era lobo y macho beta, los testículos entre los dientes, arrendada la brutalidad por jornadas.

Vale, era lobo y aparcaba los sueños junto al despeñadero del sureste.

Vale, era lobo y bebía tisana y plisaba manuales para ser lobo grande.

Vale, era lobo de pelo gris y luna decoraba.

Vale, era lobo con el aullido haciendo juego al viento.

Vale, era lobo y  muchos dirían que pudiera ser hasta lobo feroz, sino fuera porque todavía soñaba. Porque era salvaje como lo es la lluvia de abril, como lo son las noches ardientes de Julio, como lo son las mesetas que se dibujan detrás del sotobosque y que nunca nos imaginamos.

Vale, el lobo feroz que soñaba…

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