>“Sobre el olivar,
se vio a la lechuza
volar y volar.
Campo, campo, campo.
Entre los olivos,
los cortijos blancos.
Y la encina negra,
a medio camino
de Úbeda a Baeza” (Antonio Machado)
Quisiera arrancar con estas palabras, que como he dicho antes, acompañaron mi niñez y me acompañarán, espero que largos años.
Comparto con Machado el amor a Castilla. Compartiré con él, la precisa mirada de la lechuza, que descarga su intensidad (siempre fija, hastiadora) en el paisaje.
Sé que ahora somos hombres de ciudad, es decir, de mirada pegada al asfalto, lindada por la altura de los edificios. Desde mi oficina, la sierra de Madrid se cercena por una mole absurda de casi veinte plantas.
Sin embargo, ahora desde mi otero, podré divisar y contemplar el horizonte pleno.
Y esto pretendo relataros con mis letras.