El amor sucede y los encontrados son llamados sin orden.
A veces se nos ve, atropelladamente y saltando, pero sobretodo escabullidos en las avenidas y con los cuerpos atravesados, enajenados por las esquinas.
El amor escuece, por la noches es un pálpito inclasificable, como
el grito del gallo al suicidarse
o
la voluntad del ciego por ganar un minuto más de vista;
Aunque pese a todo, sabemos
que más vale morir (de amor) que vivir ahogados en el mar,
eso dicen los marineros y es del todo cierto,
y que las tumbas mojadas serán siempre tumbas,
porque el que no ama
tan solo pasea su cuerpo,
es un maniquí torpe,
una pose de poeta,
un mimbre desmimbrado.