Me imagino el dolor de Frida Kahlo como una manta apegada a la piel. Una manta que te diera el justo calor para que no fenecieras y siguieras temblequeando, pero que sin embargo impedía que pudieras huir con vida si así lo pretendías.
Este es el dolor-horror-cárcel que laceró la mirada de sus retratos. Fue una mujer tan hermosa, tan fiel… Pero en aquella cama donde todo su cuerpo se estremecía y se retorcía y bullía y se conmovía, la muerte acechaba y ella solo podía hacer nada… salvo pintar.
Lo fuerte-débil, el oxímoron fue el motor de su existencia; como el de otros muchos.
Pero lo heroico de ella es saber que pudo finalmente soportar la carga. Mantuvo el rumbo, hasta el final.