La felicidad está ahí fuera. Porque, pese a las muchas cosas que nos asustan, tenemos ganas de comernos la realidad y de que no nos degolle con su miedo. Me niego a vivir en el desamparo y a rendirme. A que otros, por encima de todo, decidan. A sin-vivirme, a volverme de pana. Quiero ser feliz y tomar control sobre cada momento. Reivindico los pequeños instantes que nos hacen hermosos. Instantes que nos dan la energía y que permiten que todo siga en marcha.
Y en este sentido hay iniciativas colectivas que me recuerdan cómo la tecnología es sinónimo de felicidad: TEDxZaragoza y o la Sinfonía Masiva. La primera, al amparo del marco TED, y sus “ideas worth spreading” donde se habla del futuro de la felicidad. La segunda, al hilo de la fecha 11/11/11, un momento para que la humanidad se sincronice, un gesto que nos recuerda que todos juntos podemos.
Y mi pequeña lechuza Global simpatiza con ellas y les anima a que participen.
Finalmente como se dice en la colección de relatos TEMPUS FUGIT EST: “Tenían alma, luego bullían”. Así son mis bocados de empresa feliz.