Es la #valentía de los padres que no sabrán cómo será el #tiempo venidero. De las madres solas y divorciadas, que no saben a que hora llegarán a casa. De los abuelos que limpian las esquinas de los pisos con sus nietos, mientras esperan.
De los que se levantan tan pronto que ayudarán a construir los muros de las nuevas ciudades. La valentía de los que se acuestan los últimos y luego recogen sus cuerpos para descansar un poco.
La valentía del que le tiembla la voz, y dice: sí, puedo porque quiero. Del que va a caerse pero ya no le importa nada.
Es la valentía del que traza su destino en una servilleta y la lleva ahora consigo.
Del que perdió todo y siguió pese todo adelante. Del que ganó un sueño y de esta sopa construyó su camino.
Es la valentía del que rechazó la medida del enchufismo, del tramposeo, y que supo que su tiempo era tiempo de siembra, y que sería tan distinto como lo son el cielo y la tierra.
Invoco la valentía de los ignorados, de los suman con su arena de playa, de los que realmente hacen países, aquellos que saben guardar la cola del paro, que se dan con generosidad a sus familias, y son humo y necesidad, todo a la vez.
Las crisis no los conoce porque deben entonces hacerse cargo del timón, y en sus espaldas está descrito nuestro futuro. Hacen y crean negocios, o los mueven o los trabajan, y no saben de la riqueza salvo por este camino conquistado.
Su valentía será la voluntad para arrojar la hipocresía que nos gobierna y abrirnos paso en los tiempos que avanzan.