Lo sido.

Será que lo perdido se buscaba con ahínco pero se fue, se fue, y quizás ya sea todo un pedazo de barro recocido, un frágil recuerdo como aquella niebla que se levantó un día, y será que cuando miro no me reconozco al espejo, y que por entonces era un simple niño, un infante gordito pero feliz, un pequeño hombre que abría los ojos para entrar en el mundo.

Que era mi padre con la infinita Donna Summer y era el R14 camino del pinar de Antequera en Valladolid. Eran sus cintas que nunca se acababan de escuchar, como aquellos veranos a caballo de mi bicicleta, una Orbea roja. Cuántos caminos dejé, cuántas encrucijadas retorcí.

Daría un mundo por verme por aquel agujero. Jugando a la raqueta con mis hermanos, matando hormigas con un palo, con la mesa y las sillas plegables y mi abuela y mi madre riendo juntas, y yo sentado allí con ellas, pensando que todo era tan perenne que no cabría pozo. Que siempre estaríamos juntos.

Así fueron los veranos de mi niñez.

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One thought on “Lo sido.”

  1. ¿Y que me dices de la tele portátil blanca de la marca Vanguard? Recuerdo que la enchufábamos al mechero del coche y la poníamos encima del techo del coche. ¿Te acuerdas que siempre estábamos conla antena a vueltas para sintonizar el primer canal o el UHF?
    ¿Te acuerdas cuando jugábamos a matar indios? Pobres flores, no dejábamos ni una.
    Pues si, qué buenos recuerdos

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