Estos eran los tiempos de Humboldt: Te colgarían de una cornisa y los grajos hurgarían en los intestinos si osabas contradecirle.
Humboldt miraba por el ventanal de su torreón, y mientras, organizaba al ejército. El tirano se hurgaba la telilla de los testículos. Una doncella descansaba desnuda sobre la cama y él se preguntaba cuánto sacrificio le requería mantener en equilibrio todo aquello.
…El muy cabrón.