Las batallas no son batallas sin reyes vaticinados ni la sangre de sus caballeros fieles esparcida por los campos. Así las brujas conjuraron al tirano: «No serás muerto por espada del nacido de una mujer». Entonces Macbeth sonrió.
A lo que Gandhi le respondería, varios siglos después al contrapié: «Primero te ignoran, después se ríen de ti, luego te atacan, entonces ganas.». Entre estos discursos media la humanidad y su visión de poder que progresa o se abisma, nadie puede decirnos exactamente cómo.