He leído que nuestros políticos tardan años en esbozar las propuestas que ahora se les exigen ASAP a los acampados. En eso estoy de acuerdo. Y que quizás algunas de sus ideas carezcan de la reflexión suficiente. Que suenen a canciones utópicas. O que directamente no sean practicables en nuestro modelo de sociedad. ¿Pero y qué nos importa eso en este momento? Queremos viento fresco.
Entreveo en estos cambios un barrunto que va más allá de una simple acampada de fin de semana. Que fuimos el otro día a las hurnas y todos votamos y muchos lo hicimos con la tristeza de no sabernos bien presentados. La estirpe que nos representa debiera ser relevada.
Esto sucede cada cierto tiempo. Y no tiene nada de malo. Dicen que los acampados no hablan de los intereses de los pequeños empresarios, no hablan de la competitividad del país… y es cierto este punto. Es verdad, aunque habría que analizar las razones.
La gente se moviliza por las “pequeñas razones” que no les permiten sacar adelante sus vidas. Porque son sabedores que la próxima generación de españoles, sino hacemos nada, estará “descapitalizada” intelectual y económicamente, es decir, seremos todos más pobres. Y nuestros políticos no se enteran o no se dan por enterados. La democracia debe ser impulsada. La participación ciudadana. Nuevas ideas tienen que nacer. Y el caldo se está construyendo.
Quizás los acampados levanten sus tiendas. No lo sé. Creo que aun les falta un lider, un portavoz que reuna su mensaje. Este personaje sería para ellos un parabien… o no, quién sabe, aunque creo que definitivamente lo necesitan.
Lo seguro es que si no son ellos, en breve serán otros parecidos.
Y lo mejor: no son violentos.
Por cierto, si reclaman democracia real, que respeten la libertad de los demás. No tienen derecho a ocupar a su gusto un espacio de todos (recordemos que a pesar de sus acampadas los españoles no dejaron de votar, o sea que no les apoyan), y arruinar a los pequeños empresarios