>La ley de Gresham

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Gerham más o menos dijo: En cualquier proceso de intercambio “bad coinage drives out good”, o sea, la mala moneda expulsa (de la circulación) a la buena. Si hay monedas de oro y de plata de similar valor “facial”, nos quedamos siempre (acumulamos) con la que consideramos mejor (la de oro) mientras que utilizamos la de plata para los intercambios. Esto es aplicable también a los contenidos. En un lugar con malos contenidos nadie querrá aportar otros buenos, pues se devaluarían. Los malos escritores expulsan a los buenos del mercado.

¿O no?

Idea ha sido tomada de “Infoxicación: buscando un orden en la información”, libro de Alfons Cornella.

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>El hombre sin atributos

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Otro fragmento de Roberto Bolaño y su singular novela 2666. Pequeño relato sin precedentes de un castrado capaz de autoimponerse a su destino: No se trata de creer, se trata de comprender y después de cambiar.
-¿Tú crees –preguntó Afanasievna- que los muertos vivientes sienten deseo sexual?
-Los muertos no –dijo Ansky-, pero los muertos vivientes sí. Cuando fui soldado en Liberia conocí a un cazador al que le habían arrancado sus órganos sexuales.
-¡Órganos sexuales!- Se burló Afanasievna.
-El pene y los testículos –dijo Ansky-. Meaba mediante una pajita, sentado o arrodillado, como a horcajadas.
-Ha quedado claro –dijo Afanasievna.
-Pues bien, este hombre, que además no era joven, una vez a la semana, hiciera el tiempo que hiciera, se iba al bosque a buscar su pene y sus testículos. Todos pensaban que algún día moriría, atrapado por la nieve, pero el tipo siempre regresaba a la aldea, a veces tras una ausencia de meses, y siempre con la misma noticia: no los había encontrado. Un día decidió no salir más. Pareció envejecer de golpe: debía andar por los cincuenta pero de la noche a la mañana aparentaba unos ochenta años. Mis destacamento se marchó de la aldea. Al cabo de cuatro meses volvimos a pasar por allí y preguntamos qué había sido del hombre sin atributos. Nos dijeron que se había casado y que llevaba una vida feliz. Uno de mis camaradas y yo quisimos verlo: lo encontramos mientras preparaba los avíos para otra larga estancia en el bosque. Ya no aparentaba ochenta años sino cincuenta. O tal vez ni siquiera aparentaba cincuenta sino, en ciertas partes de su rostro, en los ojos, en los labios, en las mandíbulas, cuarenta. Cuando nos marchamos, al cabo de dos días, pensé que el cazador había logrado imponer su deseo a la realidad, que, a su manera, había transformado su entorno, la aldea, los aldeanos, el bosque, la nieve, el pene y los testículos perdidos. Lo imaginé orinando de rodillas, con las piernas bien abiertas en medio de la taiga helada, caminando hacia el norte, hacia los desiertos blancos y hacia las ventiscas blancas, con la mochila cargada de trampas y con una absoluta inconsciencia de aquello que nosotros llamamos destino.
-Es una bonita historia- dijo Afanasievna mientras retiraba su mano de los genitales de Ansky.- Lástima que yo sea una mujer demasiado vieja y que ha visto demasiadas cosas como para creerla.
-No se trata de creer –dijo Ansky-, se trata de comprender y después de cambiar.
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>2010 Angelus Novus

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Hay un cuadro de Klee que se titula Angelus Novus. Se ve en él un ángel, al parecer en el momento de alejarse de algo sobre lo cual clava la mirada. Tiene los ojos desorbitados, la boca abierta y las alas tendidas. El ángel de la historia debe tener ese aspecto. Su rostro está vuelto hacia el pasado. En lo que para nosotros aparece como una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única, que arroja a sus pies ruina sobre ruina, amontonándolas sin cesar. El ángel quisiera detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo destruido. Pero un huracán sopla desde el paraíso y se arremolina en sus alas, y es tan fuerte que el ángel ya no puede plegarlas. Este huracán lo arrastra irresistiblemente hacia el futuro, al cual vuelve las espaldas, mientras el cúmulo de ruinas crece ante él hasta el cielo. Este huracán es lo que nosotros llamamos Progreso.

Walter Benjamin, IX Tesis sobre el concepto de Historia.

A Klee painting named ‘Angelus Novus’ shows an angel looking as though he is about to move away from something he is fixedly contemplating. His eyes are staring, his mouth is open, his wings are spread. This is how one pictures the angel of history. His face is turned toward the past. Where we perceive a chain of events, he sees one single catastrophe which keeps piling wreckage upon wreckage and hurls it in front of his feet. The angel would like to stay, awaken the dead, and make whole what has been smashed. But a storm is blowing in from Paradise; it has got caught in his wings with such violence that the angel can no longer close them. This storm irresistibly propels him into the future to which his back is turned, while the pile of debris before him grows skyward. This storm is what we call Progress.

Walter Benjamin, “Theses on the Philosophy of History, IX”

Y como no, Laurie Anderson supo glosarlo como nadie en esta fenomenal canción: the dream before, inspirada en el relato infantil de “Hansen y Gretel”.

El mejor material para la mejor digestión del 2010. Feliz Progreso. Que les aproveche.

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>Me arde la Navidad

>¿Calamaro estaba loco o qué? O no. O tal vez sí, o todo, o nada o quizás un poquitín.

Me arde, dice, ¡dice que le arde!, le arde la vida, le revientan las cañerías de los intestinos, le arde el encefalillo de su entrecejo, le arden los entrepaños de los genitales.

¡Le arde la Navidad!

Le arde los cambios que giran y giran y vienen para volver a irse por nuestras vidas.

Llevo días obsesionado con esta canción y ya se repite sin tregua, qué latosa: parece un estribillo estroboscópico, un villancico tosco que no puedo detener jamás en mi cabeza. Le arde, me arde, qué jodido, salto a la pata coja (con la pata buena, la no esguinzada, por supuesto) y le grito: ¡qué arda la muy…!

Y pido perdón a quien ame la Navidad. A mi me devora y me enamora. Soy el perfecto amante “autofago”.

Tan sólo le salva a Calamaro la frase con que termina su canción: “…el problema es que la nena, era linda pero buena gente,…y me tocó la frente…”

Y me tocó la frente.

Feliz Navidad, y que les arda a todos.

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>El sueño de Amalfitano (2666)

>Roberto Bolaño está muerto. Como lo está Cervantes. Como lo está Flaubert. Como lo está Dostoievski.Vds pueden elegir, o dejar que sus vidas discurran plácidas, breves, aplacacadas o apalancadas. O leer la gran aventura: 2666

“Y le decía: escucha mis palabras con atención, camarada. Te voy a explicar cuál es la tercera pata de la mesa humana. Yo te lo voy a explicar. Y luego déjame en paz. La vida es demanda y oferta, u oferta y demanda, todo se limita a eso, pero así no se puede vivir. Es necesaria una tercera pata para que la mesa no se desplome en los basurales de la historia, que a su vez se está desplomando permanentemente en los basurales del vacío. Así que toma nota. Ésta es la ecuación: oferta + demanda + magia. ¿Y qué es magia? Magia es épica y también sexo y bruma dionisiaca y juego. Y después Yeltsin se sentaba en el cráter o la letrina y le mostraba a Amalfitano los dedos que le faltaban y hablaba de su infancia y de los Urales y de Liberia y de un tigre blanco que erraba por los infinitos espacios nevados. Y luego sacaba una petaca de vodka del bolsillo del traje y decía.
-Creo que es hora de tomar un copita.
Y, después de beber y tras mirar al pobre profesor chileno con una mirada maliciosa de cazador, retomaba, con más ímpetu, si cabe, su canto. Y después desaparecía tragado por el cráter veteado de rojo o por la letrina veteada de rojo y Amalfitano se quedaba solo y no se atrevía a mirar por el agujero, por lo que no le quedaba más remedio que despertar. “

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>Tres visiones para un cambio: Libro Electrónico

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¡lectores todos!

Quisiera invitaros al siguiente acto en el que participo en su organización a través de ESADE, la Escuela de Negocio, en Madrid. Libro Electrónico: tres visiones para un cambio.

Tema candente de este año, a todas luces.

“El libro electrónico llama a la puerta. La industria cultural por excelencia, la industria editorial, afronta trascendentes retos y transformaciones, que ya muchos consideran similares a los que se plantearon en las industrias de la música o del cine en los pasados años.

Y no se trata solo del papel. También influye en el canal de distribución y venta, el marketing de los contenidos y la promoción de los autores, los gustos del público, el sentido de los editores y el propio modelo de negocio.

Las nuevas formas de consumir libros, de comprarlos y de leerlos darán lugar a que muchos agentes de la cadena de valor desaparezcan. Los editores más tradicionales ven peligrar su influencia. Las pequeñas librerías deberán transformar su oferta. Cabe la posibilidad de que la piratería erosione los ingresos y dañe la reputación o pueda incluso ponerse en peligro la iniciativa empresarial. Frente a los riesgos anteriores, también se presentan grandes oportunidades: Internet es la ventana a las nuevas generaciones de lectores y a los autores con iniciativa e imaginación, a la difusión y a la pluralidad de las apuestas.

No existe una única fórmula de éxito. Hay quien piensa en copiar estrategias del mundo off-line y trasladarlas a las nuevas formas de hacer negocios. Otros creen que el éxito se encuentra muy próximo a la idiosincrasia y a las formas del mundo digital.”

Para más información e inscripciones (es gratis) picha aquí.

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>What's this?

>Como cuando enciendes la luz y
te das cuentas que nada falta y
que en ese preciso instante
un pequeño andamiaje se
nos desliza,
y que el nogal desprende su fruto
que el girasol oscila en el horizonte,

es un cuento largo y preciso,
una prosa con narrador que cambia
y son las palabras novedosas
del próximo cuento irrepetible,
un teorema de príncipes arrojados
una voz que antes fue mía
y que ahora es preciso entregarla,
el testigo fiel
que debo alimentar
y que se duerme esta noche
entre mis brazos.

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>El cielo dirimido

>Estimados lectores, hace tiempo que no actualizo mi pequeño otero, que no es lo mismo que decir que no escribo. Las vacaciones fueron intensas en proyectos, unos más fructíferos que otros, pero la suma total sigue siendo buena.

Decirles que en este lapsus terminé un nuevo sueño: GOMORRA. Un cuento que trabaja mi visión de la narrativa empresarial. Me apasiona lo que sucede en nuestras empresas. En ellas encontramos lo mejor y lo peor.

Quiero descubrirles este pequeño fragmento de la obra. No les dirá mucho, pero para ponerles en contexto imaginen al ejecutivo, que una vez finalizado su trabajo (con éxito o no), es recibido por el “cielo dirimido”.

Que les guste. Deséenme suerte, lo he presentado a buenas puertas, concursos y lugares de propicia publicación.

PD. Recomiendo escucharlo con este aria de Rinaldo, de Haendel. Es la banda sonora de la obra.

«Dicen del cielo dirimido y de sus proximidades, dicen del sol, del tiempo que se nos vino, de la proximidad de la noche, del tiempo negro desvelado o revelado, del tiempo lelo o del cielo dirimido.

Acerca del atardecer de los soles. De las nubes trabucadas. Del cieno que huele a trinchera de combate. Del pecado original pero baldío. Del fin atisbado gracias al prócer hueco, de la noche dislocada, y en fin, que fueron también todas las ausencias y nuestros proyectos traviesos al atragantarse. Porque era tarde o fue demasiado pronto. O quizás ya no era, ni sirvió de nada, era la fruta no recogida del árbol. Pero nos pidieron salir con fuerza, salir con las botas puestas y semidesnudos o en pelotas cruzamos la calle, cruzamos las aceras ardientes, atravesamos los mares hasta alcanzar la platea del teatro público, y allí vociferamos a todos, nos jodimos allí mismito, y nos sobaron las tetas en directo, y del graderío nos asaltaban con insultos, y nos arrastramos en el cieno de los tirantes de la cacería, y fuimos como pécoras muy viejas, muy viejas, porque sucedió que se hizo tarde para aterrizar entre las tinieblas y fue que subimos a las almenas y fue que lanzamos dardos y caímos y fuimos de carne muerta donde luego hubo huesos y finalmente quedó solamente nuestro polvo.»

Éste era nuestro cielo dirimido.

«Yo tuve una gran piscina. Yo tuve varios coches de lujo. Tuve servicio. Tuve poder. Tuve secretaria, despacho. Tuve palco. Coche y tarjeta de empresa. Comidas con proveedores que se alineaban como esclavos para darme la mano, venían a besarme los tubérculos, era un plácido contubernio de focas obesas. Era la llamada del ganso, la sentina y cruel llamada del ganso fosco, aquel que no cabría por las puertas, aquel que no subiría las escalera sin la preceptiva humillación, la justamente correspondida, gentilmente aclimatada, la abonada, que reinó por una hora y que dejó escuchar sus gritos por las esquinas. »

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>La vida es sueño

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Ayer nos reestructuramos, ¡otra vez! Estas grandes empresas más que empresas son ahora culebras retorcidas, algunas de ellas enfermas, histriónicas. La lechuza eleva su vuelo y sueña, sueña, y de madrugada se libera de la prisión dorada, cárcel de presos, condena por arrancar las monedas que nos alimentan. Huye.

Y mucha suerte que tenemos trabajo, no hay que quejarse tanto. Otros sueñan con él.

Les dejo con el inmortal Segismundo, que creo que también sabía mucho de todo esto que me pasa hoy.

[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=uwBDRBua__U&hl=]

Некоторые приложения с трехмерной графикой. Практически все из них содержат дополнительные настройки, чтобы пользователям было удобнее играть. Для управления используются кнопки. Игровые схемы часто отличаются, то разные игроки выбирают слоты по их жанры и названиям. Многих интересуют фруктовые слоты, поскольку их жанры и названиям. Многих интересуют фруктовые слоты, . http://avtomaty-besplatno.ru/ На страницах каталога бесплатных игровых автоматов Вулкан и популярным сериалам. Есть также отличаются. Вы можете узнать цены фруктов могут отличаться. Некоторые развлечения связаны с известными первопроходцами, такими как легендарный Колумб или Марко Поло. На страницах каталога бесплатных игровых автоматов Вулкан и темы отличаются, то разные игроки выбирают слоты по своим предпочтениям. .

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>El agente literario

>Cuando el autor finalmente hizo de la capa su sayo, como sucede a los mariquitas que salen del armario y que renacen a su nuevo entendimiento, decidió atravesar el pasillo de los creativos muertos en vida; se sacudió el polvo de sus zapatos (unos mocasines que irradiaban un lustre concomitante), se atusó los frontales de la cabeza, hermosos bastiones donde reposaban aquellos últimos y sectarios cabellos rubios para fruncir el ceño y picar al portero automático. Lo hizo con fuerza, puesto que quería causar una impresión inmejorable al agente literario.
Pero pasar, no pasó nada. Luego espero, espero otro buen rato… y nada. Silencio, bueno, casi, de no ser por un río de automóviles que ahuyentaban todos los pensamientos del autor y de paso las palomas de la avenida. Otra vez más, tomó aire, dio un traspiés, suspiró y se ajustó el nudo de la corbata. Era de seda, de buen lustre y acabado. Y casi limpia, descontando alguna mancha de grasa extraviada en su reverso.
El autor habría de aproximar la mano lentamente al timbre, enfocando sus fuerzas en aquel voluptuoso acto, pero fue entonces cuando sonaría el móvil de trabajo: qué fastidio, esta vez era un cliente.
—Sí.Los clientes llamaban por las mañanas, por las tardes, eran unos completos maleducados, no le permitían la prolija pausa necesaria para aquel importante momento.
—Por supuesto que puedo atenderle ahora mismo
Cochina mentira, hubiera preferido colgarlo. Pero es lo que hay en la vida, sobre todo si tienes que compaginar cuerpo y alma, trabajo y crucifixión. Y mientras, pulsaba el botón con la máxima fuerza, con la terrible ambición del que buscar librarse del crudelísimo presidio aceptando así cortarse el pene (acaso como los toreros su coleta)
—Pues, dígame —Del telefonillo de la puerta partió solícita una voz.
—Quisiera ver al agente —esto lo dijo al micro del móvil y al darse cuenta de la confusión — … al agente literario… —esto último lo repitió al telefonillo y después continuó asistiendo a la voz que nacía de su móvil de trabajo.
Se hizo el silencio, fue una pausa muy larga, aunque el autor no pudo prestarla atención, puesto que seguía muy entretenido y azogado por el requerimiento del cliente.
—Ah… pues no está, no ha vuelto de comer. Inténtelo más tarde.
—¡Imposible! Había concertado una visita —dijo apesadumbrado, pero aquella voz no le respondió, y por contra le colgó el telefonillo.
Por la otra oreja la conversación con el cliente se alargaba y el autor se ponía por momentos más nervioso. Los sudores se dibujaban en su camisa a chorretones. Decidió entonces esperar a la puerta del edificio. No cabía duda, era un comercial nefasto. Y porque a él lo que le gustaba sobre todo aquella la caña de la escritura, aquel chute de creación y miseria.
La conversación con el cliente se complicaba por momentos. No llegaban a un acuerdo, y el señor cliente reclamaba no sé que aspectos sobre ciertos incumplimientos de contrato, cuando de repente imbuido por aquella conversación sintió una palma sobre su espalda para arrancarla del atontamiento. El autor giró la cabeza y allí, detrás suyo, vio una mujer bajita, con una sonrisa entre ridícula y socarrona que le señalaba la puerta insistentemente.
—¿Me permite joven?
Ágilmente le esquivó, sacó un manojo de llaves del bolso y entró al portal y así el autor tras de ella, casi a punto de pisar la falda listonada. Ambos fueron al ascensor, al fondo del pasillo, un vetusto aparato. Mientras esperaban, el tono de la conversación entre el comercial-autor y el cliente había comenzado a elevarse, a complicarse, se estaban perdiendo el respeto y el autor fruncía el ceño con enervamiento. Cedía terreno sin esperanzas de recuperarlo.
La puerta del ascensor se abrió y ambos (mujer y autor) entraron apelotonadamente. El autor pidió disculpas. Para entonces se le había caído la cartera en par de ocasiones y todos los originales habían rodado por el suelo, se doblaban y eran pisados por los cuatro pies. Quien haya subido en aquellos armatostes comprenderá cual es sobre todas las cosas la situación más embarazosa: quedarse encerrado en aquella caja metálica con un desconocido, y más si es una mujer y tú eres hombre. O al revés.
Cuando el ascensor se detuvo bruscamente entre el primer piso y la entreplanta ambos cayeron al suelo con desconcierto. Ella encima de él, de ser necesario un mayor detalle. Quizás el autor se apoyara en su trasero para recuperar el equilibrio, evidentemente este exceso había sido causado por el accidente no por ningún interés accesorio. Ella aún atontada recogió el móvil, se lo aproximó, todavía se oía el tris-tris de la conversación y el cliente iracundo clamando por su contrato y los incumplimientos.
—Su móvil
Y se lo pegó a la oreja alejándole lo más que pudo de sí con cara de asco.
El autor miró a la mujer, y quizás fuese el calor, la tensión, los gritos o la tontería del agente literario que lo esperaba presuntamente escaleras arriba, que tuvo la proclive estulticia de enamorarse unos momentos de ella. Y eran aquellos ojos negros, ojos voluptuosos, pero quién sabe si tal vez rogaran liberarse de aquel tipo que la mantenía presa contra el suelo del ascensor, pero los escritores son en parte poetas y también en parte púgiles. Que nunca violadores.
Como no dejaba de mirarle entre hipnotizado y semiaturdido ella le sacudió un sopapo (que afortunadamente le vino bien para despertarlo) y gracias a ello el móvil definitivamente retornó su camino sideral, aunque previamente se golpeó contra las paredes. Allí se desarmó en varios pedacitos, y el cliente y su conversación trascendente se esfumaron. El autor sudaba como un cerdo. Por suerte el fluido eléctrico retornó (aquellos cortes veraniegos eran unos puñeteros) y el ascensor suavemente se deslizó hasta su destino final. Justo a tiempos de haberse producido una agresión en primera regla entre los allí presentes.
La mujer abrió la puerta con prisa sin decir palabra, eso sí, murmurando una sarta de barbaridades, y le dio en las narices al autor que recogía los folios y los restos desperdigados de batería y carcasa de móvil. Salió corriendo y entró justo enfrente, en una puerta con un letrero grande, uno donde se leía “Agente Literario”. El autor no pudo verlo, se recompuso, pensó que aquella vida a tiempo parcial de escritorcillo le era insufrible, que daría todo por unas vacaciones, y repasó mentalmente su discurso y estrategia:
—Señora Paloma, soy su autor, no lo dude. Salgo del lodo para hacerla rica. Para que mis palabras le surtan de euros, que mis textos sirvan de trasunto y divertimento a niños y familiares, que mis relatos seduzcan, que pueda jubilarme de tanta estulticia atontecida. Nadie me conoce pero esto no es lo relevante; seré su negro escribano, escritor peregrino, apostata y remitente de libros, guiones o novelas por entregas a un mismo tiempo. Fabrico heroínas de plástico, dioses acolchado, paradigmáticos oficinistas. Tengo oficio de mendigo, no quiero ganar dinero, quisiera entregar mi corazón…
Y mientras repetía esta letanía llamaba a la puerta donde el agente literario le estaba esperando desde hacía unos momentos. Aquella mujer estaba de un humor de perros, había tenido que abandonar precipitadamente su comida y en el presuroso retorno a la oficina un estúpido se le había terminado arrojando encima en el ascensor, momentos antes.

[Ya sé que el siguiente poema de Benedetti no tiene nada que ver con el texto, lo mismo me da. ¡Chao compañero!¡Nos veremos allá o acá, con tus palabras, lo mismo da! ]

[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=rwivEVwkyXw&hl=]

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