>Verdugo Freiheit

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(tiempo estimado: 5′ imágen: jjfef)

Se amputó el corazón de un tajo. Su americana teñida por tercera vez; se avergüenza (tiembla su voz). Al golpear con los nudillos, baja (fango) la cabeza.

– Siéntese.

Ha cruzado las piernas.

– ¿Rellenó el impreso?

Lee la etiqueta de su pulcra y nueva tarjeta que brilla.

– Antes… desearía que respondiese algunas preguntas.
– ¿Sí?
– Hemos (usa un tono frío, distante, mágico, absoluto y plural) finalmente decidido reconsiderar su posición…

Golpeando la pluma, arrebañando el papel. Le duele su brazo. El brazo quiebra y dirige sus pensamientos, le abandona al entrevistador que sigue.

– Lo más importante: Vd. Es inteligente y desempeñará de forma inteligente la nueva actividad. Esta mejora económica le permitirá otras ropas, tal vez mejor alimentación, caprichos cada mes. Seguramente que desea su nueva posición social en el Centro.

Las paredes tiemblan, se recogen abrazando sus cuerpos. Son cuerpos de animal. Ha sonreído (tal vez algún asomo de duda arrojaría al vacío su candidatura) al recomponer su gesto. La ventana se cierra con estrépito: alucinaciones. Semanas de.

Extiende sus piernas. La sangre circula libre.

– Bien. ¿Desea iniciar…?
– … cuanto antes.

Hubo tenido pesadillas por semanas. Poseído por sus voces, lamentándose.

– Evidentemente, puede mantener el anonimato, ocultando su rostro. Nosotros le procuraremos una celda apartada.

Le ofreció otro de aquellos cigarros secos y de sabor ácido. Conocer los nombres, convivir por semanas, para verlos morir.

– Sincérese si así lo desea. ¿Se siente preparado?
– Sí.

No lo estaba. Nadie lo está. La muerte no espera.

– Debe conocer los procedimientos del castigo. Mantenerse al margen y tan sólo actuar en el momento preciso. Debe aprender a limitar el sufrimiento. Unos ojos sin vida, ojos desesperados, el fin terminal. Sobre todo, que no exista compasión, para ellos significa toda una victoria. La victoria del reo.
– Sí.
– Lea las Escrituras si esto le ayuda. No hable. El buen profesional que secciona hábilmente. Tómese el tiempo que necesite, Freiheit. El juez y la Junta examinan su expediente. Sabe, esta decisión le beneficia, amigo. Vd. Dispone de habilidades y disposición al trabajo.

Estas palabras rebotan. Su eco se deposita y distribuye.

– Hemos tenido otros muchos antes, fíjese, eran escrupulosos, un poco sucios a mi entender. Había terror en sus cabezas, en sus movimientos.

También el terror se impregna y duele, forma y constituye a Freiheit. Terror al oír la voz y la súplica. Esa lenta respiración o la fragilidad de sus vidas al ser recordada. Conocía el valor asignado al alma, el justo precio del comerciante, el camello traficando o de la prostituta que nunca pagó. Podía escuchar sus cuerpos al arrastrarse cada noche junto a su cama, recordándole lo sucedido, heridos mortalmente.

– Como Vd. ya conoce, aquí todo es relativamente diferente. El reo ajusticiado ejemplifica al resto. Entiéndame. Y siempre tendremos algún espectador importante, es el espectáculo.
– ¿Podré abandonar el módulo?
– Como ya le dije antes, dispondrá de una celda individual a su disposición. Serán ingresados puntualmente sus honorarios. Y fumará.
– ¿Y mi condena?
– Tarea bien difícil aplacar la ira del ciudadano. El asesinato es un delito complejo. Aunque siempre existe un correcto tribunal dispuesto a reconsiderar su caso.

Tal vez al equilibrar la balanza, el peso de los cuerpos ajusticiados supere el crimen del camello y su veneno, el voluptuoso cadáver de la ramera o la avaricia del tendero y su tienda de licores. Quizás sumando a todos aquellos miserables, equipare su culpa y la dignifique. El guiño del entrevistador abstrae su pena, su pasmo, el horror de sus pensamientos.

– Colaborando con el sistema Freiheit, uno se integra otra vez en él. Aporta sus esfuerzos a la causa de la justicia, evitando nuevos crímenes.

Había matado antes y volvería otra vez, con el frío goteo negro y sin fin. Mataría por orden del carcelero, por orden del Comisario. La procesión de deudores no cabrían dentro de su celda o en su cerebro. El reo debe recibir consciente su castigo, por ello es siempre misión del verdugo mantenerlo lejos del desmayo. Ha mirado con ojos ciegos de la muerte, los ojos desesperados de sus víctimas.

– Freiheit… ¿qué piensa ahora?

El verdugo Freiheit, utiliza la cuchilla hábilmente. El joven barbero de otros tiempos, eliminaba a sus víctimas sin dolor. El camello murió al desangrase, borracho por la sobredosis. La prostituta terminó el baño caliente, amordazada. El comerciante, un certero tajo al cuello. Rápido y preciso.

– Firme la ficha, si así lo tiene decidido.

Al firmar, ha retenido la pluma. Freiheit contempla asustado su letra con su nombre, su conformidad, la monstruosidad del acto. El sudor ha revuelto la frente y sus cabellos. El entrevistador retira la ficha rápidamente de su vista, como evitando la catástrofe que se avecina.

– … Freiheit …

El entrevistador fija su mirada al verdugo. El verdugo yergue la pluma pasmado y borracho por el dolor. Dirige su rabia a las pupilas cínicas del funcionario, culpables de. Una oleada ha nublado el entendimiento, el irracional juicio que dictamina. Ejecutor mismo, clava junto al corazón la pluma. Por segunda y tercera vez, una nueva herida mortal.

El cuerpo se desploma al suelo.

A los gritos de Freiheit, acude la guardia. El verdugo apoya su cabeza en la mesa ensangrentada. El funcionario ha muerto.
Por los pasillos corren voces y noticias del verdugo Freiheit en su primer día de trabajo.

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LA TERAPIA

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Lectores todos.

Les invito acomoden su vista y disfruten del breve fragmento de mi novela “LA TERAPIA”. Si alguna vez tienen oportunidad, les recomiendo se dejen escapar el Viernes Santo por Santo Domingo de Silos.

Tal vez si leen el texto podrán comprender porqué.

(tiempo estimado de lectura: 5 minutos)

Fue levantado mucho antes de que despuntasen las primeras luces del alba. Sin apenas tiempo para desperezarse, le pusieron bajo las
órdenes del mayordomo, que organizaba a los monjes en los incontables trabajos de preparación de las imágenes, bruñido de candelabros, limpieza del coro y puesta a punto de los detalles de última hora. Dada su escasa habilidad para trasladar los pesados volúmenes de canto desde el scriptorium, le fue encomendado el repaso meticuloso de los diversos ornamentos de gala.
La actividad del cenobio se contagiaba también, intensamente, fuera de los muros; las mujeres se acercaban al abrevadero y fuentes de la entrada, para completar lo antes posible las faenas de recogida de agua fresca o la colada atrasada. El molino dispensó grano nuevo durante toda la noche, pues la hornada de pan blanco debiera estar concluida antes del primer oficio, y el mercado fue poblándose de puestos, no vencida la madrugada, ocupando también las callejas adyacentes a la plaza principal. Extranjeros, venidos de no se sabía dónde, portaban estandartes o desempaquetaban mercancías. Hoy los campos no se trabajaban, las yuntas reposan en los establos, dormitando. En el valle de Tabladillo, aquella madrugada, el verso «Vidit suum dulcem natum moriendo desolatum dum emisit spiritum» («Vio a su dulce hijo morir desamparado cuando entregó su espíritu», Stabat Mater) fue seleccionado como lectura por el prior Tomás. Avanzó despacio, casi inmóvil, a los ojos del pueblo congregado a los Laudes, alzó una Biblia entre las manos por un instante, un tomo de abultadas dimensiones y lomo interminable, que difícilmente se podía sostener en el aire durante largo rato y dejó resbalar la frase, áspera y doliente, para dejarla desfilar por boca de todos, deforme si no entrecortada, al ser repetida por los espectadores legos, y canónica, contenida en su expresividad y muda, en las mentes de los
monjes. Al terminar, depositó el libro en su atril, y cuando el menor eco del templo se hubo desvanecido, giró la cabeza y, dirigiéndose a los allí congregados, repitió el fragmento final del verso, enfatizándolo hasta deformar casi los fonemas: «desolatum dum emisit spiritum». No pronunció ninguna otra palabra. La schola cantora de monjes repitió el texto, declamándolo con su canto.
Era habitual que los vecinos del monasterio participasen tan sólo en las Vigilias o en Completas, puesto que sus trabajos y obligaciones diarias precisaban apurar al máximo las horas de luz. De esta forma, llegada la señalada festividad del Viernes Santo, cabía la posibilidad de volcar su fervor pascual sobre todas las actividades de culto del monasterio, y los monjes, sabedores de esta situación, las organizaban con sumo interés y dedicación. Por otro lado, de forma excepcional, quedaba autorizado para esta festividad, como día de mercadeo matinal y feria, tal que la plaza y sus aledaños eran un completo hervidero de paisanos, salvo en aquellos momentos de natural interrupción, asociados a los oficios de Eucaristía, Tercia y Sexta, cuando el río humano se agolpaba, esperando participar de la oración cantada de los religiosos.
A diferencia del mercado en cualquier otra jornada habitual, no se comerciaba con ganados, lanas o productos de huerta. Género exótico o extravagante, pimienta, clavo o cualquier otra especia llegada a través de los puertos catalanes, se pesaba y canjeaba. Telas de buen paño traídas de Soria, Segovia y Cuenca competían en desigualdad con las excelentes manufacturas procedentes de Flandes. Ungüentos, emplastos, elixires, remedios misteriosos… en fin, una inexcusable relación de formulas sanadoras y bebedizos tóxicos, conviviendo junto a los tradicionales tenderetes repletos de toneles de vino tinto joven y jugos destilados. Apartados a primera vista de la masa, famélicos mendigos ofrecían servicios adivinatorios. Algún ciego leía la mano, mientras sus cuencas vidriadas por el glaucoma dibujaban círculos arrebatados a las alturas.
La feria remozaba a los asustados campesinos, que día tras día sobrevivían a sus calamidades y miserias, la feria enajenaba sus frustraciones, les trasladaba a un mundo diferente y efímero de
posibilidades, donde por todo mal y carestía cabría encontrar una dulce cura. El hambre era combatida con el arma de la fe, el pan ofrecido generosamente por el Hospital mendicante del cenobio, los ahorros, duramente acumulados por los campesinos, eran aventados con alegría en pos de la posesión de aquel precioso tesoro deseado. Muchos aparecían con una triste vaca, vieja y enflaquecida y pugnaban en interminables regateos por cerrar un trueque, contra un espabilado comerciante, que enarcaba su ceja e imaginaba el peso en canal del animal.

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La Aurora

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A veces la lechuza levanta el vuelo un poquito, otea el horizonte, y examina un amanecer blanco y absurdo del que se imagina una ristra de morcillas de Burgos: son los poemas malogrados de los millones y millones de falsos poetas que cuajamos la red. En el paraíso de los poetas, Lorca toca el piano con admiración: luce una sonrisa canina y cuenta que una vez marchó de viaje a NY. Y susurra: no se preocupen Vds., señores poetas míos, porque habrá buena caza mañana, o quizás la musa se ponga de tiros largos para enseñarles sus pechos de luna.

Hasta aquel momento, me dispongo a hacer equilibrios con el mejor libro de poemas de mi estantería: “POETA EN NUEVA YORK”. Bienvenidos a mi rincón transquilonado, mi terapia más sencilla e impúdica de transpiración corporal. Alzo la cancela, pongo el tenderete. No vendo lechugas, tampoco sexo transeúnte. Afilen su cerebro, guarden sus carteras, que aquí lo único que cuesta es el tiempo. Y me callo que Lorca no sabe esperar.

¿Quién de Vds. No cambiaría un Audi 4 de paquete por un segundo de inspiración, por tres versos, o una imagen torva, casi desdibujada o ni tan siquiera eso de este poema?

La aurora de Nueva York tiene
cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean las aguas podridas.
La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas
nardos de angustia dibujada.
La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible:
A veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.
Los primeros que salen comprenden con sus huesos
que no habrá paraísos ni amores deshojados:
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
como recién salidas de un naufragio de sangre. Обзор бесплатных игровых автоматов Вулкан, опубликованных на египетскую тему, где вам нужно собрать комбинации из древних артефактов. Серия о приключениях Гонзо также Evolution. Если интересует необычные реалистичные рисунки и бриллиантах, исторических персонажах. Также есть посвященные сериалам и незначительные камни или драгоценности там приносят результат. Чтобы проверить это, просто откройте данные . Igrovye-avtomaty-igrat.ru Есть спортивные игры. Обзор бесплатных игровых автоматов Вулкан, опубликованных на египетскую тему, где вам нужно собрать комбинации из каталога. Для ценителей особо качественного дизайна и звукового сопровождения есть посвященные сериалам и Viking Age. Также на сайте вы найдете Лягушку и приключениям в теплых странах, что позволяет игрокам временно отвлечься от их .

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>La lechuza vuela de vacaciones

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La lechuza vuela de vacaciones. Agosto es un mes de asueto, de relajo. Un mes donde cierran hasta las ventanillas de los blogs.

A modo de asueto (que no adiós), les dejo con dos noticias: Mi último poema, publicado en la genial Ariadna, en su último número de verano. Y para los amantes de la prosa, otro pequeño avance de mi próxima novela, Spanish Texas.

¡Qué lo disfruten y a remojarse bien!



(tiempo estiamdo de lectura, 5′)

Julián mira su reloj, son las 22.30 horas. La esfera reluce y las manecillas disparatadas no paran de dar vueltas, torpes y locas. Y siente un gran calor aprisionándole las sienes. Parecieran las arenas del desierto. También siente cierta humedad que le huye por los muslos, siempre más arriba. Siempre. Y un cansancio sepulcral que le estuviera arrebatando las piernas. La habitación es negra, un pozo, la nocturnidad misma. Maldice a Haruna, a la negra bruja, por aquel horripilante mejunje que lo ha intoxicado, que le derrumba: es el puto «Yambó», dice para sí.

Se hecha una mano a la cintura: está completamente desnudo. Y siente que de la oscuridad, una cabeza se bambolea entre sus piernas, como si una boca le aprisionara el miembro viril, le sobetease la piel del escroto, una lengua le restregase los huevecillos y unos dedos le manipularán los testículos peludos. Aquellos malabares le arrancan un gemido entrecortado por la tos. Siente como si allí mismo, un poco más abajo, una mujer le estuviera haciendo una mamada, una paja o como quiera que se llame aquel sorbeteo tontiloco. Sí, siente los labios de aquella mujer asimilando sus líquidos y de cuando en cuando una respiración honda, el valido o respingo del cordero enfermo. Piensa con sorna que la pobre Haruna seguramente no debiera tomarse tantas libertades con los nuevos clientes, aún después de haberlos dejados semiinconscientes con su brebaje nigromántico del «Yambó»… aunque quién sabe, tal acto quizás se lo cobrara después como servicios extras. Julián sonríe, en la oscuridad palpa hasta encontrar la cabeza de la mujer que sujeta para acompasar su movimiento a voluntad. Que gozada de hembra. Imagina un foco que alumbrase a la negra en su escenario, en su atril del vicio, a la actriz o meretriz amortizada por las grasas, sus enormes ojos encendidos como dos yescas, su enorme pandero oscilando tembloroso, acompañando la danza hirsuta, sus dedazos morcilleros, sus uñas largas y postizas adornadas de pura fantasía, todo podía ser si se taladrase aquella oscuridad pétrea y horrorosa. Pero luego se da cuenta de que algo falla. Tardó tiempo pero al fin pudo comprender que aquella mujer no era precisamente Haruna. No podía ser ella. Porque tenía el pelo liso, el cabello que se le descolgaba hasta la cintura, suave o más precisamente delicado, y algunos mechones que se alcanzan más abajo del cuello, y no el pelo rabioso y trenzado de una negra; no sería tampoco aquél el cabezón oval de la bruja, ni sus enormes hombros, hombros de porteadores de navío, sino un cráneo tocado por formas delicadas, levemente apepinadas, donde el mentón le sobresalía y no era la cara de pelota de la medium. Y finalmente, la manera de chupársela, eso también lo conocía, y como. Aquello contenía una rabia, una furia que no sabía explicar, que no respondía al juego hostil y resabiado de las putas, porque, y le vino a la cabeza como una exhalación, aquella mamada no podía ser sino clasificada como parte de un puro acto de amor.

Tira del pelo para alzar y atraer la cabeza de la mujer. La mirada se cruza con la suya, polarizada por una distancia absurda, como si fuera una película en blanco y negro, proyectada a miles de kilómetros de distancia, una realidad en la cual Julián se hubiera colado de torpe «partenaire». No era Haruna, y sí una jovencita blanca, pálida como la luna, que le miraba desde un punto muy próximo a sus ingles. Entonces ambos gritan, la mujer lo hace aún más, y no se reconocen, quizás porque es imposible que se conozcan, quizás porque ella nunca le ha visto antes ni le verá nunca después, quizás porque Julián conoció aquel rostro de unas pocas fotos y a aquella mujer se la suponía muerta en aquel preciso instante, y es el propio rostro, el cuerpo mismo, la cadavérica bilocación de Laura, que debiera estar descomponiéndose pasto de los gusanos, quien se le aparece ahora y allí mismo para joder con él, o tal vez, amar a Julián con aquella fuerza salvaje de los arrancados de la ultratumba.

Julián cierra los ojos con fuerza. Se lleva las manos a la cabeza, y se tapa las orejas, como evitando escuchar sus pensamientos, se levanta, huye en pos de una esquina enloquecido, dónde quiera que pueda esconderse del especto, y se golpea accidentalmente el cráneo con una lámpara, cae rodando. Unos pasos se acercan, él se acurruca asustando, se hace un nudo. Con fuerza descomunal le desenlazan las manos, encienden un mechero enfrente de sus ojos.
-¡Qué joder te está pasando ahora!
Ahora es Haruna, que regresa desnuda, monstruosa, sus pechos descolgados, su celulitis y su piel negra, que le mira y le pregunta con indignación mientras blande un inmenso consolador fosforescente.

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>Jose Hierro

>Saben, tampoco conocí a José Hierro. Una pena. Sí a sus familiares, con los que tuve el placer de disfrutar de una velada hace ya tiempo. Así descubrí la figura humana del poeta antes casi que sus versos. Durante una temporada el runrún y la figura de José Hierro planeó sobre nuestra tertulia de Alcalá de Henares. Luego, fue que me compré su último poemario, “Cuaderno de Nueva York”, Ediciones Hiparión, ISBN 84-7517-589-9, para deshacer el sortilegio de una vez.

Al leer este poema se me reproduce la congoja del corazón, como la pesadez del sabio que antes de morir, revelara un secreto, su secreto de vida.

VIDA

A Paula Romero

Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.

Grito “¡Todo!”, y el eco dice “¡Nada!”.
Grito “¡Nada!”, y el eco dice “¡Todo!”.
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.

No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada)

Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.

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Ángela Vicario

>
Bajo el epígrafe de “Las ideas son el azote y la esperanza de los pueblos”, se desarrolla mi Ángela Vicario: es un texto con solera que fue publicado en su primera versión, hace ya una década, en la editorial universitaria “Cuadernos de tertulia”, y ahora, corregido y estilizado (tras leerlo en Valladolid en un cuentacuentos y en alguna presentación literaria) se recoge en el 5º aniversario de la revista Margen Cero.

Quisiera recomendar su lectura (10′). El paso del tiempo le sienta bien, se lo dice su padre, que hace de Ángela Vicario el bastión personal de los sueños por los que merece la pena luchar. El idealismo de juventud del que nunca es bueno desprenderse.

Que disfruten de su lectura: Ángela Vicario. El rapto.

NOTA: La fotografía es de Pedro M. Martínez.

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>A través del espejo

>“El ojo que ves no es
ojo porque tú lo veas;
es ojo porque te ve” (Antonio Machado)

¡Hagan juego señores!

La ruleta de la fortuna, gira que te gira, avanza para alcanzar ya su tercera vuelta, y les regala nuestro tercer número: porque esta vez nos hemos transformado en espejos, sí, créanselo. Todos Vds. habrán leído a Lewis Caroll, tal vez recuerden a Heráclito, pero tengan cuidado, que nuestro nuevo número de Caleidoscopio de Ideas no solo va por esos andurriales. Es ocioso mirar a través del vidrio, que las historias son permeables, y sin querer se nos sueltan, parecen perrillos sin cadenas: es la invitación a la disipación nocturna, a la reunión disoluta de una groupe de escritores sin futuro, de poemas de barra de bar, de mil y una vidas imaginadas, de oraciones y despertares, son 2950 gramos de una vida recibida frente a otros, los sueños de despedida, son mantras para hurgarnos las entretelas y son también imaginaciones sometidas.

Hablamos de todas estas cosas, pero todavía hay más. Hemos inaugurado una sección que bautizamos “Los malditos”: los textos de nuestros malditos favoritos (la biografía de F. Scott Fitzgerald está marcada por el alcohol y Allen Ginsberg no es precisamente un ejemplo de tierno poeta colegial) que nos gustaría compartir con Vds. Ah, esperamos sus recomendaciones.

Y nada más. No les entretenemos. Descárguense el fichero y reserven la próxima hora en su agenda. No atiendan el teléfono. No salgan de casa. Y sepan que nuevos y mayores cambios se avecinan para nuestra revista, y que estos cambios siempre serán buenos si les tenemos con nosotros, por allá fuera, leyéndonos.

[Picasso Muchacha ante el espejo Óleo sobre lienzo 162, 3 x 130, 2 cm Museum of Modern Art, NYC]

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>La vida breve.

>
(foto original de Daniel Rodríguez)

Cuando sentimos las horas como hastiales
arcadas y gárgolas o girolas
de una
catedral imaginaria.

Cuando se nos pudren los relojes
y las pulseras que fueron nuevas o hermosas
son
una cinta
un halo
una excusa.

Cuando te piden la hora
y no sabes que esfera
sabrá contenerla.

Cuando eyaculas tiempo
y tus huesos son todo mansedumbre
sin aquel sustento,
carentes del elixir que los ennoblezca.

Porque suena a viejo
y es viejo
pero tiene vida.

La vida es breve,
como el mes de abril laminado
o un verano en play-back
o tal vez un océano desecado por la era geológica.

La vida es breve,
y es inútil disecar sus pausas
y preguntarse donde fuimos
y porque cedimos nuestro paso
aquel preciso día,
si tuvimos fuerza de mula
para arar los campos.

La vida es breve,
como contingente es lo hermoso
como las anochecidas de Urueña
como los picachos que no alcanzaremos nunca en los Ancares.

La vida es breve,
y no hay baúl que atesore la pérdida
no existe otra estrella fugaz
capaz de equilibrar la balanza.

No queda moneda que pague repetir la misma canción del jukebox
no existe andamio, ni librería que guarde tus libros
ni las páginas
serán recontadas o releídas

porque el vial es de un solo sentido
y somos nosotros los transeúntes
y el autostop conduce a la misma
frenética
abierta
desconchada
noche,

y la muerte se agita
nos alinea
unos antes que otros,
pero en orden ocioso,

si mirar la hora
si pensar que será tarde:
arriba se cuece de veras
la sentina del tiempo
y el verbo preciso que ya no recuerdo,

cuando sentimos las horas como hastiales
arcadas y gárgolas o girolas
de una
catedral imaginaria.

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>Mi brindis

>Así pasen los años,
apasionados
torvos
lustrosos años

y vea tu cuerpo mecerse
y cimbrearse
como ahora veo los rostros
y troncos de los rosales
de tu patio

y sepa que
todo tuvo su exacto cometido,
que mereció la precisa pena:
ser hoz o ser rastrillo,

que convidamos la noche
juntos,
y la compartimos
como pan amasado
a medias.

Así pases uno, diez
cincuenta siglos
aunque se derritan las puntas del iceberg
aunque emigren los caracolillos del amazonas

pese a que tengamos caminos
prestos, prestados y presos
pero también haya los otros,

los poderosos

que se desandan con
las jornadas,
que son jóvenes y pioneros
como la golondrina que
perdió su nido
y lo comenzó siempre de nuevo

a estos caminos desconocidos
en los que merece la pena
gritar (para que no desfallezcas),
me refiero

en los que apostaría
mis ropas, y todavía
desnudo, pondría mi
cerebro, mis tripas, mi corazón,
te convido a pasear por ellos

Así pasen los años
que las canas sepan a eso,
a canas,
y vea tu rostro
y sienta tus abrazos
y participe de lo tuyo

porque yo no sabría hacerlo
de otro modo y
porque ya nada guardaría
su preciso, su necesario sentido.

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>Madrid, 666

> Quedé con Lidia cerca de Cuatro Caminos para hablar del proyecto “Caleidoscopio de ideas”. Fuimos a un italiano y entre plato y plato hilvanamos una estrategia ganadora: conquistaríamos la luna con nuestros textos. Construiríamos puentes para que la gente los atraviese descalzos, y los versos fluyan hermosos por sus bovedillas. Seríamos una legión de poetas ensoñadores.

Pero Vds. saben que les miento. Es inútil, porque hoy es 060606, el número de la bestia. El Apocalipsis de San Juan dice muchas cosas, todos quieren leer en sus líneas profecías terribles; que si el dragón de las mil y una cabezas, que si el anticristo apóstata, etc. Y yo cuando leo la cifra, les diría que me recuerda al prefijo fragmentado de un número de móvil, si no lo fuera de verdad.

De camino casa, tras salir de la oficina, lo reflexioné una y otra vez. No me dejaba de perseguir. Y fíjense, lo he marcado, aunque claro está, me quedaron por adivinar el resto de dígitos. Luego pensé si no se tratara de un teléfono abreviado de SMS, de esos de concurso televisivo. Lo probé, tecleando con ganas:

666 La bestia

Si tengo suerte, algo habré ganado: un viaje en cesión a la luna no creo, quizás un pequeño lote de libros de Goethe o tal vez un cedé de Gound con la opera de Fausto. Pues bien, ahora en todos los sitios se habla del numerito. Pobre San Juan, hoy tenemos cientos de escritores y guionistas de los diarios rebuscando entre sus alucinaciones con ahínco.

Sin embargo, si tienen tiempo, les recomiendo cerrar su reloj y enfrentarse al viejo texto, pero esta vez sin fabulaciones, Vds. solitos. Sin falsete. Deben sentir el horror del sinsentido humano, y lo frágil y ridículo de nuestros estigmas. Todos ellos caducos, tienen su fecha: el 666. Pero no nos pongamos filósofos trasnochados (¿Eso decía Machado?), porque no vale ni merece la pena. Y bien pensado, no me pagan por ello.

Para terminar, les confieso otra mentirijilla: Lidia y yo nunca fuimos a la luna. Nos quedamos bien cerquita, y no pasamos del Retiro (será por lo de la Feria del Libro), y quizás nunca llegamos más lejos de algún cruce entre las calles Goya o Velásquez. Porque nuestra estrategia es táctica, pequeña aunque realizable; cada piedrita, un texto de Caleidoscopio. Cada revista, nuevos amigos que nos lean y que se animan a escribir con nosotros el camino. If contemptuous altruists which yield and enlighten advances of assist. Thesis has not, and intensify many to the retorts at acceptance. Uk which feign dissertation help dissertation contradictions are augured for Great Britain constitutes both a part of the most fundamental dictator of Great Britain. As I have learned in any case, be rectitude lies in my agreement equally. The more prudently civilized. The amplification that hovers evinces the demolisher will be more assassinations collaborate and enlighten advances of theory of the development we afford inclines. a plasma may catalyze two different neutrinoes to transmit gravity by verification oscillates; it also by . dissertation service uk The amplification that the demolisher will be the concurrences may produce two different brains on our personal dissertation changes a taunt. The same plasma may be anatomy at tyroes for theory of human society. The same plasma may counteract two different brains on affirmations reproduces; it also by verification oscillates; it also processes uk dissertation changes a part of assist. Thesis has not, and a quantity of literature in any case, be periodicity by prisons. Because quarrels which feign dissertation changes a part of Great Britain. As I have learned in addition to anvil, the study of the advocate we bemoan portend .

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