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Jaime Sabines fue un fumador empedernido que no cesó de hablar del amor, la vida y la muerte.
Conocí su memoria hace varios años, allá por México, en un largo viaje a través del desierto,
muy cerquita de Querétaro.
Siempre he querido publicar algunos versos suyos. Estos de hoy me llenan de desconsuelo.
No sé que habrá tras la muerte, si seremos polvo o estrella, pero quisiera que las despedidas entre los seres amados fueran a lo sumo un hasta mañana, pero no un hasta nunca.
Leedlos y rumiadlos.
…..
Amor mío, mi amor, amor hallado
de pronto en la ostra de la muerte,
quiero comer contigo, estar, amar contigo,
quiero tocarte, verte.
Me lo digo, lo dicen en mi cuerpo
los hilos de mi sangre acostumbrada,
lo dice este dolor y mis zapatos
y mi boca y mi almohada.
Te quiero, amor, amor, absurdamente,
tontamente, perdido, iluminado,
soñando rosas e inventando estrellas
y diciéndote adiós yendo a tu lado.
Te quiero desde el poste de la esquina,
desde la alfombra de ese cuarto a solas,
en las sábanas tibias de tu cuerpo
donde se duerme un agua de amapolas.
Cabellera del aire desvelado,
río de noche, platanar oscuro,
colmena ciega, amor desenterrado,
voy a seguir tus pasos hacia arriba,
de tus pies a tu muslo y tu costado.