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Como en los patios de vecindad, siempre hay vecinos que tienden a mirar de puertas adentro. Son los vecinos que insistentemente nos exigen ampliar sus terrazas, que dejen colgar su aire acondicionado o piden bajar siempre la cuota, que joder, siempre se paga mucho. Así siempre, pidiendo, pidiendo, pidiendo..
Sé que es mal ejemplo, oigan, no tengo otro.
El otro día viajaba a Lanjarón. Y digan lo que digan no vi frontera alguna. Las montañas ni se enteraban de los colorines y líneas que los políticos trazan en los parlamentos, los olivos se entretejían al norte de Despeñaperros como si na. Por que son olivos y no personas para ver un posible monopolio del aceite de Jaén, por ejemplo. Crecen donde crecen.
Pocas cosas sé, pero esta es una de ellas: el hambre no admite patrias. Yo mismo soy inmigrante. Lloro, penita pena, el despoblamiento de Castilla. Mi madre me dijo que mi casa era aquella que sabría darme de comer. Y sin embargo, pobre Castilla mía, su mesta, sus caminos, sus almenares, qué solitos se nos están quedando.
Pero por otro lado, abro los libros de historia y ¡Dios mío!, que no me atrevo a decir quién tiene más historia, y cuántas arrobas de papel pesan más, si la tuya o la nuestra. ¿No les parece arrogante? Como si la historia pasara gacha por ciertas comarcas, ufana, entretenida en labrar tan solo las diferencias de algunos.
He visto a viejecitos del Bierzo hablando en su particular lengua de valle y sierra de Ancares, mezcolanza y riqueza por si sola: ni gallego, ni leonés, ni nada. Era un todo.
Y para no cansar: Ayer hice mis deberes. He leído el Estatut, disculpen la mención política, ayer escuché a partes y contrapartes y por el momento, oigan, que no me entero. Que me lo expliquen Vds.
Para pasar el rato, leo a Benedetti. Sé que no tiene nada que ver con el asunto (¿o no?), pero mientras nos aclaramos, tenemos un punto de reflexión (o de inflexión). Que bien hace falta.
La nación es una manzana
una roja invitante manzana
y no sabremos quién la morderá
la nación es una corneta
una ronca gastada corneta
y no sabemos quién la sonará
la nación es una langosta
una atlética horrible langosta
y no sabemos quien la matará
Ah, nosotros estamos por la Reforma
o sea ahogar las cornetas en su tinta
y comer las manzanas con su cáscara
e invitar las langostas al té de los domingos
claro que estamos por la Reforma
o -en otras palabras- contra la Reforma
y ya que el prestigioso colega nos recuerda
que el once por ciento de nuestros lactantes
son comunistas y útiles cretinos
nuestro próximos slogan tendría que ser
démosles biberones con arsénico
así estaremos moralmente preparados
para regar con método y tal vez con piedad
la tierra de los hombres de buena voluntad.