Hoy recojo los libros escolares de mi hijo. Son libros nuevos que estrenará en su nuevo curso. Son libros donde se leen las palabras más hermosas y se aprenden números o idiomas, donde se visitan mundos, donde se imagina y se crece. Y quiero que sean libros de paz.
Hoy en las playas de Turquía los niños llegan ahogándose y cercenados, se nos mueren. Son niños huidos de la guerra que por no tener, han perdido hasta la vida.
¿Hasta cuándo recogeremos sus bracitos inermes?¿Hasta cuándo dejaremos que sus ojos sean cerrados por las olas?¿Hasta cuándo permitiremos que las escuelas se vacíen de sus corazones?¿Hasta cuándo prenderemos sus libros en la hoguera de nuestra infamia?¿Hasta cuándo permitiremos que las redes organizadas los asesinen sistemáticamente?
Estos niños murieron porque eran al fin y al cabo carne de matadero, arrojados a la muerte por las mafias que los transportaban. Desvalidos por una Europa que cicatera prefiere elevar muros y recontar la miseria. Que prefiere exponer cadáveres en los medios que salvar sus vidas.
Hoy y mañana y por siempre seré Aylan y Galip. Quien tenga palabras de consuelo que las busque bien hondo, y callé, y entone conmigo este gran grito de silencio.
Descansen en paz todas estas almas inocentes.